(Primera de dos partes)
En la última cena hogareña del Club Rotario de Torreón, del pasado lunes 16 de junio, nos recibió nuestro amigo y compañero Celso Reyes García en compañía de su bella hija Patricia Reyes Ramírez, quienes fungieron como magníficos anfitriones de esa velada.
Después de haber estado charlando en un ambiente muy cálido, disfrutamos de una deliciosa cena y vinos que degustamos con los comensales.
Hemos acostumbrado en el Club a tratar un tema sobre el Rotarismo que nos sirva de formación y a la vez tema de discusión con el postre.
En esta ocasión, su servidor tocó el tema de lo apasionante que resulta hablar de la vida del Fundador del Rotarismo: Paul Percy Harris; ya en otra ocasión dimos algunos pormenores de su vida, llevada constantemente por la adversidad, desde la infancia, sus tiempos de universitario y su vida de trotamundos, para alcanzar según él a conocer al hombre a través de diversos países y ocupaciones.
Mayor adversidad enfrentó todavía al establecerse como abogado en la ciudad de Chicago, Illinois, en febrero de 1896. La corrupción era la norma, la deshumanización de la sociedad, el pandillerismo, las carencias y la falta de ética en los negocios, campeaban en una ciudad en crecimiento vertiginoso; por si esto fuera poco, el racismo laceraba las relaciones más personales de la sociedad.
En este ambiente, su espíritu no flaqueó, expuso la idea de un organismo, de un club de profesionales y hombres de negocios, que sin distingos de raza, ni de religión y basados en la amistad y el conocimiento mutuo, fueran dignificando sus actividades, se unieran en el ideal de servicio y propiciar la paz entre las naciones. Así nació Rotary el 23 de febrero de 1905.
Con estos antecedentes dimos a conocer algunas de las ideas y pensamientos de Paul Harris, que fueron vertidas por él en la Convención de Boston de 1923, en ellos vemos como dichas abstracciones, tomadas de su tiempo y de su sociedad, siguen siendo muy actuales en nuestro tiempo y en nuestras circunstancias. Veamos algunas de Ellas: “La vida está siendo volcada en moldes nuevos’’.
Es asombroso con cuánta mansedumbre nos vamos enrolando en la aceptación de nuevas y extrañas doctrinas. ¿Qué ha producido el cambio?: La depresión. Por ningún otro medio nuestra manera de pensar hubiera podido cambiar con tanta rapidez. La adversidad no destruye, construye. La prosperidad es a menudo destructora. Las naciones emergen en períodos de adversidad; caen en tiempos de prosperidad. Nos hemos vuelto inconformes frente a la inseguridad de las estructuras económicas y sociales.
Los seres humanos somos propensos a la adoración. Hemos fabricado dos dioses, uno confeso y el otro real. Nuestro verdadero dios, ha sido el dios de “las cosas”. La posesión de cosas ha sido nuestra pasión, y a la vez el distintivo que nos levanta sobre el común de los hombres. Vivimos la hora de la “Apoteosis de las cosas”.
Nos hemos consagrado a los negocios, no tanto porque los amaramos, cuanto porque ellos nos retribuían cosas. Dejamos que los negocios oscurecieran la vida: el delirio por las cosas ha sido tan apremiante, que los hombres pusieron fin a sus vidas cuando estas les eran negadas. Las grandes víctimas fueron aquellos que estuvieron dominados por las muchas cosas que poseían.
De aquí la conclusión: El dios de las cosas es un dios falso. No merece la adoración de los hombres.
“Sembremos la semilla del amor”.
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