El incrédulo le pidió a San Virila que hiciera algún milagro.
-Ésos los hace Dios -le dijo el santo-. Yo nada más le sirvo de herramienta. De cualquier modo te complaceré, y no con un milagro, sino con muchos. Espera un poco aquí.
Entró San Virila a su convento y trajo algo que puso en manos del incrédulo.
-¿Qué es esto? -preguntó el hombre.
-Es el calendario del nuevo año -le dijo San Virila-. Contiene 365 días. Cada uno es un milagro que hace Dios para los hombres. Lo único que tienes que hacer tú es llenar cada uno de esos 365 milagros con el milagro del bien. Y ese milagro lo puedes hacer sin necesidad de milagros.
El sol sale todos los días, lo sabemos. Pero a la mañana siguiente, cuando el sol salió, por primera vez aquel hombre lo saludó desde la ventana. Le dijo con reverencia y alegría:
-¡Qué milagro!
¡Hasta mañana!...