Aquella mañana don Fulano se puso los zapatos al revés.
Sintió una cierta incomodidad al caminar, pero no supo de pronto a qué atribuirla. Luego se dio cuenta de su error: se había puesto los zapatos al revés. ¿Cómo pudo hacer tal cosa? Lo acometió un sentimiento de vergüenza, que luego se volvió enojo contra sí mismo. ¡A su edad, ponerse los zapatos al revés! Y peor aún: ¡salir con ellos a la calle! Buscó un callejón donde no había gente; ahí se cambió los zapatos, y apareció otra vez, tranquilo ya.
Aquella mañana don Fulano se puso los zapatos al revés, y sintió vergüenza y rabia contra sí mismo...
Pero todas las mañanas don Fulano sale de su casa con la conciencia al revés, y nunca siente nada.
¡Hasta mañana!...