El maistro Milo, peluquero, no sabía confesar sus ignorancias. En cierta ocasión un cliente le preguntó qué era el aire talajoh. Sólo un instante vaciló el barbero antes de responder. Dijo con tono magistral que el aire talajoh era un viento que, proveniente del círculo ártico, bajaba por el Océano Atlántico, entraba por el Mar Caribe a América del Sur, daba vuelta hacia el Norte por el estrecho de Magallanes y ascendía luego por el Pacífico hasta morir en Behring.
El cliente, asombrado por la sabiduría del maistro Milo, aceptó sin reparo la contestación. Al salir de la peluquería, sin embargo, se volvió y con tono de queja le reprochó al barbero:
-¡Ah, maistro! Le pregunté qué era el aire talajoh porque vi en el espejo esas palabras, pero ahora advierto que eran el reflejo, al revés, de un letrero en la pared de enfrente, donde dice "hojalatería".
Muchas cosas no sé. Pero una cosa sí sé: decir no sé. Con eso no pierde uno el tiempo, y -más importante aún- no lo hace perder a los demás.
¡Hasta mañana!...