Hemos cavado ya los pozos en la tierra. Llegarán los pequeños arbolitos y uno por uno los iremos poniendo en su lugar. Ese lugar fue ayer de viejos árboles que dieron fruto durante muchos años y luego se murieron en silencio. El hacha los cortó y los hizo leña. Ayer nos dieron la gloria de sus flores, la dulcedumbre de sus frutos, el frescor bienvenido de su sombra. Mañana, en las noches de frío, su madera ya seca nos dará luz y calor, y luego sus cenizas servirán, mezcladas con la tierra de los techos, para evitar que caigan goteras en la casa.
Yo miro los pequeños arbolitos y me alegro por la vida que llega. Miro también los viejos árboles y me entristezco por la vida que se va. Pero unos y otros árboles son unos mismos árboles: los de la vida. Y la vida también es una sola, eterno tema con infinitas variaciones. Los árboles son una de esas variaciones. Yo soy otra.
¡Hasta mañana!...