La neblina que llega a mi Saltillo es niebla impresionista.
Como una mansa pantera bajó de la sierra la otra noche y acarició las casas y las cosas con sus largos dedos húmedos de silenciosa sierpe.
Sobre el cristal de la ventana puse mi vaho y luego dibujé con el dedo un corazón. ¿Hay algo mejor que un corazón para dibujar en el cristal con vaho de una ventana?
Se reclinó la ciudad en los vellones de la bruma y se quedó dormida. Y yo me fui a dormir también. Desde el tibio regazo de mi cama oía la honda respiración del mundo, el viento que agitaba las ramas de los árboles.
Salí a caminar por la mañana. Me perdí en la añosa alameda, y en la añosa alameda me encontré. ¡Cuántos días de niebla como el de hoy! ¡Cuántos días de sol como el de ayer! ¡Cuántos días mañana para el mundo, conmigo o sin mí, con sus brumas eternas y con su eterno sol!
¡Hasta mañana!...