Vinieron sin avisar y preguntaron de buenas a primeras:
-¿Dónde están sus íes?
-¿Mis qué? -pregunté yo sin entender.
-Sus íes -repitieron ellos al unísono-. Nosotros somos los puntos sobre las íes, y queremos ponernos sobre las íes de usted, si algunas tiene.
-Supongo que por ahí debo tener algunas íes -respondí-, mas no recuerdo si les falta el punto o no.
-Seguramente ha de tener algunas íes sin punto -dijeron ellos-. Todo mundo tiene alguna. Para eso estamos nosotros: para poner los puntos sobre las íes.
Yo les ofrecí que voy a buscar para ver si entre mis íes hay alguna que no tenga punto. Pero también les dije que si encuentro alguna yo mismo habré de encargarme de ponerle el punto. A nadie le gusta que le pongan los puntos sobre las íes.
¡Hasta mañana!...