Paz y bien
Con esas tres palabras hizo el Santo de Asís una oración perfecta.
Son el bien y la paz dones de Dios. Se implican uno al otro: la paz es fruto del logrado bien; el bien es consecuencia de la paz.
Pero ahí donde el amor dice paz y bien el odio grita guerra y mal. Y también esos dos términos son correlativos: el mal engendra la guerra, y de la guerra emana el mal.
Empeño inútil se antoja orar para pedir la paz ahí donde la voz de la locura humana se levanta para hacer la convocatoria de la guerra. Veremos -ya veremos- a capellanes de uniforme bendiciendo las armas de la muerte. Pero una oración, aunque callada, es grito. No la oirán los hombres. Pero las oraciones no son hechas para oídos de hombres.
Paz y bien.
¡Hasta mañana!...