Yo soy católico por dos grandes razones: mis padres y mi Madre.
Quiero decir que profeso el catolicismo porque en esa religión nací; en ella me bautizaron mis papás. Con profundo respeto a la opinión de otros ésa es en mí razón más que suficiente para no cambiar de religión. No voy a abandonar la herencia que de mis padres recibí.
Soy católico por mis padres, pues. Pero sobre todo soy católico por mi Madre. Siento a María como una madre en cuyo amor y dulcísima ternura encarna la parte femenina del infinito amor de Dios por sus criaturas. Me conmueve el dolor de María ante el sufrimiento de su Hijo en el calvario. Y no renunciaría por nada a esa presencia que sólo en la hondura misteriosa de la fe católica se vuelve tan real, tan entrañable.
Leo en los Evangelios los hechos de María y lamento no llevar el mismo nombre de mi papá, que se llamó Mariano.
¡Hasta mañana!...