El pájaro en mano es un cierto pajarillo gris sin canto y sin encanto, descolorido, carente de toda gracia. Pero ¡ah, los ciento volando! Los cien pájaros volando son el Ave Roc, enorme como una montaña; el Ave Fénix, que arde en su propio fuego y renace otra vez de sus cenizas; el Mirlo Blanco, dueño de albo plumón y pico sonrosado igual que el seno de una muchacha núbil; el Pájaro H’ming, que canta de tal modo que en su canción cada marino escucha los cantos de su tierra; el Ave Dai, alada hembra que mira al hombre que la excita y lo convierte en pájaro para que la fecunde, y luego lo clava, vivo, en una espina; el Pájaro Is, de color negro, que vuela hacia el arco iris para mojarse en él y pintar con sus colores su plumaje...
El pájaro en mano es prosa cotidiana. Los ciento volando son poemas inasibles que dan a la vida belleza y fantasía, luz de sueños, imaginación, ideal... Quien prefiere pájaro en mano con él se queda en tierra. Quien prefiere ciento volando emprende cien vuelos prodigiosos. La verdad es que vale menos pájaro en mano que ciento volando.
¡Hasta mañana!...