"... Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar...”.
Eso decía el catecismo del Padre Ripalda. Lo aprendí de mi abuela, mamá Lata, una abuelita como las que Jesús Helguera pintaba para los almanaques.
-A ver, hijito: ¿dónde está Dios?
-Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar.
“En todo lugar...”. Después, en sitios excusados, me preguntaba yo con inquietud si Dios también estaría ahí. Tal fue la primera duda teológica que tuve.
Ahora no tengo dudas.
Sé que Dios no puede estar en todas partes.
Si Dios pudiera estar en todas partes no habría hecho a las mamás.
¡Hasta mañana!...