-Daría diez años de mi vida por poseer a esa mujer.
El demonio oyó lo que decía el hombre, y de pronto, como por magia o maravilla, éste tuvo a la mujer deseada frente a sí. Al alcance de sus manos ávidas estaba la blancura de aquel cuerpo de víbora al que se enredaban todos los placeres del mundo.
Los labios blancos de la hermosa esplendían en medio de la noche, y su boca, sus dientes y su lengua eran la síntesis de todos los besos que se habían dado todos los amantes desde el comienzo de todos los mundos.
Anhelante, el hombre tendió los brazos para recibirla.
Pero en el momento en que ella avanzaba para entrar en la curva de sus brazos, el hombre cayó muerto al pie del lecho.
¡Pobre infeliz! -dijo el diablo moviendo la cabeza.
Sólo le quedaban diez años de vida.
¡Hasta mañana!