¿Qué hace un don Juan cuando se pone viejo? Recordar. Y recordaba don Juan, sentado frente a la chimenea en su sillón frailero hecho de recio roble y cordobán. Recordaba la carta que escribió una noche. Con ella sedujo el candor de una inocente, y la gozó. ¿Cómo empezaba esa carta? Ah sí: "Doña Inés del alma mía...". Inés... Así se llamaba aquella pobrecita. En su memoria bautizó con el mismo nombre a su hija.
Como si la hubiera llamado con el pensamiento entró en ese punto la muchacha. Venía de misa. Besó a su padre, como siempre hacía, dejó sobre la mesa su devocionario y fue a la cocina a ordenar el trabajo de las menestralas.
Don Juan tomó el devocionario. Percibió en él aroma de nardos, la flor que emblematiza la inocencia. Un papel cayó de entre las páginas del libro. Lo recogió don Juan. Era una carta. Decía el primer renglón: "Doña Inés del alma mía...".
¡Hasta mañana!...