Saltapared se llama este pequeño pajarillo gris. Lo amó López Velarde, y bautizó un poema con su nombre.
La gente del Potrero cree que la saltapared anuncia una visita. Las mujeres miran el ave cerca de su casa y dicen luego:
-Va a venir alguien.
Y alguien llega, en efecto, casi siempre.
Yo quisiera que una saltapared rondara mi solar. Tengo abiertas las puertas y ventanas, y hay en la mesa un pan recién horneado, un vaso de aguamiel y un trozo de cuajada hecho con la robusta leche de las cabras. Cubre la mesa un mantel bordado por manos de doncella con dibujos de pájaros y mariposas. Parece que los dibujos van a salirse del mantel para ir hacia las dalias, metidas hasta la cintura en un búcaro lleno con agua de la noria.
Llega, saltapared, y avísame que ya viene la visita que aguardo. Recibida será con alma abierta. Y cuando vaya yo a la casa que me espera, sé tú mi heraldo, y tu leve presencia anuncie mi llegada.
¡Hasta mañana!...