Ésta es la historia de una brizna de hierba y un filósofo. Quizá debí haber dicho: "De un filósofo y una brizna de hierba". Los filósofos, claro, son más importantes que las briznas de hierba. Pero el orden en que los puse tiene explicación.
La brizna de hierba crecía al pie de un árbol a cuya sombra el filósofo solía meditar. Cierto día el filósofo reparó en la brizna de hierba. Por la noche la soñó. En su sueño entablaba conversación con ella. Le preguntaba:
-¿Quién eres?
Y respondía la brizna de hierba:
-Soy Dios.
Al despertar el filósofo recordó aquel vívido sueño, y supo que había soñado una verdad que no entendía, pero que no por eso dejaba de ser una verdad.
¡Hasta mañana!...