Jean Cusset, ateo con excepción de las veces que lee a San Juan de la Cruz, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y prosiguió:
-Todos los fanatismos son muy malos, pero el peor es el fanatismo religioso. ¡Cuántas estupideces hacemos los humanos por motivos de religión, y qué terribles maldades cometemos en nombre del Señor!
Siguió diciendo Jean Cusset:
-La religión mal entendida nubla el entendimiento, y nubla también esa suprema forma de entendimiento que es el amor. En vez de unir a los hombres las religiones los separan, pues cada una reclama para sí el monopolio de la verdad, y tilda de falsas a todas las demás. Creo que los hombres serán realmente religiosos el día en que no haya más religión que la que nos lleva a amar la vida, y en ella a todas las criaturas, y en ellas a su único Creador.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...