Cantando la cigarra pasó el verano entero.
Cuando llegó el invierno tuvo hambre y fue al hormiguero a pedir unas migajas. Las hormigas, avaras, le negaron el pan y le dijeron:
-Nosotras hemos trabajado. Tú cantaste. Canta ahora mientras nosotras gozamos el fruto de nuestro esfuerzo y nuestro afán.
La cigarra murió de hambre y de frío. Al empezar la primavera las hormigas salieron otra vez. Mas sucedió que no se oía ya la voz de la cigarra. Sin su canción la tarea de las hormigas se hizo fatigosa, pues la cigarra ya no les alegraba su labor. Tristes, malhumoradas, las hormigas no pudieron trabajar como antes. En el invierno tuvieron menos pan, y perecieron muchas.
La hormiga encargada de registrar la crónica del hormiguero escribió estas palabras: "Las cigarras no sirven para nada, pero sin ellas no se puede vivir”.
¡Hasta mañana!...