Cada año los lobos se juntan en un bosque y tratan en congreso general los asuntos de su especie.
En la última reunión uno de ellos propuso contratar a un experto en imagen, como hacen los políticos. Dijo que el público tiene una mala idea de los lobos. "Cuando la gente dice la palabra ‘lobo’ -razonó-, siempre le añade el calificativo de feroz. Ni los tigres, ni las panteras, ni los leones tienen tal fama de ferocidad".
Los demás opinaron que dicha mala fama les convenía, pues les servía de protección contra otra bestia que -ésa sí- realmente es muy feroz: el hombre. Cuando el lobo que hizo la proposición quiso redargüir, oponer nuevos argumentos, los demás le mostraron amenazantes los colmillos.
El lobo se retiró de la sesión lleno de sentimiento. Mientras salía iba diciendo para sí: "No cabe duda: el lobo es el hombre del lobo".
¡Hasta mañana!...