John Dee gastó 30 años de su vida en buscar la piedra filosofal, mirífica materia a cuyo toque las cosas se convertían en oro.
No lamentó jamás el tiempo empleado en la tarea, pues en la búsqueda científica el camino es tan importante como la posada. Pero al final del año treinta decidió que debía hallar algo de más valor que aquella piedra mágica. Se compró entonces unas barricas de vino, aprendió a tocar el laúd, fue por los bosques y por las montañas, conoció las ciudades de los hombres; con buenos amigos disfrutó los goces de la buena mesa y con amigas aún mejores gozó los disfrutes de la buena cama. Dijo entonces:
-Acabo de hacer un gran descubrimiento.
-¿Qué descubriste? -le preguntaron sus colegas.
Y respondió John Dee:
-La vida.
¡Hasta mañana!...