Por mil motivos quiero a Monterrey. Una de las razones de ese amor -si es que el amor necesita razones- es la generosidad de los regiomontanos. ¡Qué hidalgos, y qué señores -y señoras- son para tratar a todos! A mí me han adoptado como suyo, me consideran entre ellos uno más.
Con ese título, el que me da el amor a Monterrey, yo digo que Eulalio González, "El Piporro", debe tener estatua en sitio principal de la ejemplar ciudad. El pueblo está pidiendo ya ese homenaje, y las autoridades deben escuchar su voz. Grande y hermoso tiene que ser el monumento, igual que hermoso y grande fue el amor de Lalo por su tierra. En Los Herreras, su solar natío, habrá de estar una réplica de ese monumento, u otro original.
Una estatua al Piporro... Hagámosla todos juntos. En ella estaremos todos, con nuestro ser y esencia de norteños, en la imagen de aquel gran artista y hombre bueno que en su palabra y su música nos retrató.
¡Hasta mañana!...