He aquí un hermoso poema. En su brevedad tiene la evanescente belleza de un hai-kai:
"Amo el azul del cielo.
Amo el azul del mar...
Navegaré en mi barco hacia la eternidad".
Ese pequeño trozo de poesía es en verdad un epitafio. Lo escribió para sí mismo don Aarón Sáenz Couret, gran caballero y gran practicante del arte de la navegación. Pocos días antes de su muerte lo dictó a su nieta Fernanda. Yo lo oí de labios de don Sergio Villa Godoy, amigo entrañable de aquel patriarca de la industria azucarera mexicana.
Todos, como él, vamos navegando hacia la eternidad. Que sea nuestro viaje igual que el suyo: ocasión para hacer el bien a los demás.
¡Hasta mañana!...