Jean Cusset, ateo con excepción de cuando no llueve o cuando llueve demasiado, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Las religiones son respetables cuando unen, no cuando separan. La misión de los hombres de religión no es desunir, sino ligar. Si una iglesia busca conservar sus adeptos o aumentarlos con el ataque a las demás iglesias, entonces no difunde el amor, sino una forma de odio. En el caso de las iglesias cristianas todas creen en un mismo Cristo. ¿O acaso hay varios? ¿Por qué entonces murmuran unas de otras, como si fueran comerciantes que se disputan la clientela?
Siguió diciendo Jean Cusset:
-Si las iglesias no predican el amor entonces más vale ser miembro de un club de servicio que profesar una religión.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...