Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que vio a un polluelo salir del cascarón, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Dios hizo al perro porque supo que a veces el hombre se sentiría solo. Los perros sirven para ahuyentar al ladrón, pero sirven mejor para ahuyentar la soledad. El perro es el mejor amigo del hombre. Nomás le falta hablar. Quizás el perro es el mejor amigo del hombre porque nomás le falta hablar.
Dio otro sorbo a su martini Jean Cusset y declaró:
-Mi perro es tan compañero, tan amigo, que he llegado a pensar que no hay diferencia alguna entre un hombre y un perro. La vida, sin embargo, me ha enseñado que hay una gran diferencia entre un perro y un hombre: si le haces un favor a un perro, el perro jamás te morderá.
Así dijo Jean Cusset, y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...