Tres discípulos tenía Hu-Ssong, sabio filósofo oriental. Un día le dijeron:
-Maestro: he aquí que te vamos a dejar. Iremos por el mundo a buscar lo que anhelamos.
-Y ¿qué anhelan? -les preguntó Hu-Ssong.
Li-Pei le respondió:
-Yo, la belleza.
Ling-Ho le contestó:
-Yo, la verdad.
Y replicó Fu-Chang:
-Yo, la riqueza.
Pasaron los años; retornaron los discípulos. Y dijo Li-Pei a su maestro:
-Encontré la belleza.
-Te felicito -lo celebró Hu-Ssong.
Y dijo Ling-Ho:
-Encontré la verdad.
-Me alegra -sonrió Hu-Ssong.
-Y yo, maestro -concluyó Fu-Chang-, encontré la riqueza.
Entonces Hu-Ssong lo abrazó llorando y le dijo condolido:
-¡Dios tenga piedad de ti, hijo mío!
¡Hasta mañana!...