Allá en los años de mi juventud -la otra que tuve antes que ésta que ahora tengo- a los muchachos católicos se nos daban a leer las obras de monseñor Tihamer Toth.
Ayer, desordenando algunos libros, me topé de manos a lomo con "Los Diez Mandamientos”, libro escrito por ese monseñor. Si toparse con un mandamiento ya es problema, toparse con el decálogo en pleno es peor. Me puse a leer lo que Tihamer Toth dijo acerca del sexto mandamiento. Es al que los moralistas le tienen más miedo; por eso es el mandamiento sobre el cual dicen más sandeces.
Afirma Tihamer Toth –escribía esto antes del descubrimiento de la penicilina- que el hombre, que había logrado vencer enfermedades como el cólera y la peste, no había podido sin embargo quitarse el azote de la sífilis. Y no se lo había podido quitar, declara, porque la sífilis era el castigo de Dios a la fornicación, castigo tan terrible que llegaba aun a los hijos del fornicador.
Si monseñor Tihamer Toth decía verdad, ¿entonces sir Alexander Fleming venció a Dios? Respondan a eso los ceñudos moralistas de este tiempo, que dicen que usar condón para prevenir el Sida es interponerse entre el pecado y la justicia divina.
¡Hasta mañana!...