Nadaba lánguidamente el pececillo allá en el fondo del pequeño estanque. Los discípulos de Hu-Song se propusieron atraparlo.
El primero trajo un anzuelo: el pez se alejó del engaño sin mirarlo. El segundo se arrojó en el estanque para tratar de coger el pececito con las manos, pero se le escurrió una y otra vez. El tercer discípulo trajo arco y flechas y empezó a disparar sus saetas tratando de ensartar al pez: las flechas se desviaban y caían, sin fuerza ya, en el fondo.
-Jamás podremos atrapar el pez -dijeron los discípulos.
Hu-Ssong tomó una cucharilla del té, se arrodilló en la orilla y empezó a sacar agua del estanque.
-Seguramente tardaré algo -dijo con una sonrisa-, pero yo sí voy a atrapar el pez.
Los discípulos entendieron la lección: el buen éxito es muchas veces el resultado de un trabajo largo y de una larga paciencia.
¡Hasta mañana!...