Era un hombre que no tenía dinero. Tenía una familia, un techo, no le faltaba el pan, guardaba algunos libros y cultivaba un breve jardín, pero no tenía dinero.
Alguien le preguntó:
-¿Por qué eres tan pobre?
Con una sonrisa contestó aquel hombre:
-Porque soy muy rico.
Era feliz ese hombre. Una paz interior lo poseía y llenaba todos sus actos y palabras con una serena placidez. A los suyos les daba amor y de ellos lo tomaba para irradiarlo a los demás. Era feliz ese hombre.
Alguien le preguntó:
-¿Por qué eres tan rico?
Respondió con una sonrisa el hombre aquel:
-Porque soy muy pobre.
¡Hasta mañana!...