Iba una lechera con su cántaro. Decía para sí:
-Con lo que saque de vender la leche compraré una gallina. Me dará muchos pollitos, los venderé, y con el dinero me compraré una vaca. La vaca tendrá terneros. Los venderé también y compraré una casa. Cuando tenga la casa seguramente me saldrá un marido.
Un fabulista vio a la muchacha y deseó con todas sus fuerzas que el cántaro se le cayera y se quebrara. Así podría él escribir una linda fábula moral. Pero la lechera apretó muy bien su cántaro, y éste no se le cayó. Con él llegó al mercado; vendió la leche y compró la gallina. Al paso del tiempo la gallina le dio muchos pollitos. Los vendió y se compró una vaca. La vaca tuvo terneros, con cuya venta se compró la casa. Y cuando tuvo casa a la lechera le salió un marido.
Esta fábula prueba que las fábulas no prueban nada. Y prueba también que cuando nos aferramos a un sueño, el sueño acaba siempre por convertirse en realidad.
¡Hasta mañana!...