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MIRAJES

Por Emilio Herrera

POSTALES CAMINERAS

Aquí estamos, otra vez, Elvira y yo, en camino. En camino de varios lugares, unos ya conocidos y otros que conoceremos en España. No haremos alto en Madrid, para llegar cuanto antes a Pamplona donde dejaremos las maletas, trasladándonos de inmediato a Eibar, en Guipúzcoa, para disfrutar allí la romería de la Asunción, cosa que no pudimos hacer en nuestra última visita, pues en esa fecha nos regresamos. En fin, un capricho.

Viajar es como leer. En la juventud y hasta la madurez se llena uno de lecturas nuevas; luego, en eso que han dado en llamar tercera edad, se deja eso para dedicarse a releer, para volver a disfrutar viejas lecturas, sobre todo los que vamos perdiendo la poca memoria que tuvimos. Y así los viajes: en la juventud viajamos a donde sea, a donde podemos ir, para, luego, si hay oportunidades, reviajar, es decir, volver a los sitios que, fuera de la patria, más nos llegaron al alma. En nuestro caso todos están en España y aunque el motivo principal de este viaje no haya sido precisamente ella sino Praga, lo aprovechamos para visitar a familiares que Elvira tiene en Navarra. Y aquí vamos.

Allá por mediados de la década de 1950 a los Maya, Alberto y Rosita y a nosotros, Elvira y yo, nos dio por planear un viaje por Europa, España incluida, para el mes de mayo del año siguiente. Con tal motivo comenzamos a reunirnos una vez por semana, de noche, para hablar de todo lo que queríamos ver. Llegamos a saber en cuál sala encontraríamos a Goya en el Museo del Prado y en cuál a Velázquez; y en el Louvre dónde a La Victoria de Samotracia, que recibe a todo visitante y al pequeño cuadro de Leonardo de Vinci, su famosa Gioconda.

Y como habíamos fijado fecha de salida y ninguno de los dos matrimonios veíamos clara la cristaliza-ción del deseo, ni siquiera lo dijimos, sencillamente cambiamos el tema semanal por el de escuchar tangos.

Ambos cumpliríamos nuestro deseo y ambos volveríamos varias veces, pero nunca juntos.

Desde entonces creo que esto de viajar es cosa del destino. Cuando se han de hacer, las cosas se vienen de tal manera que no queda otra cosa que viajar, eso independiente de que creamos que el mundo es del tamaño que es y tan lleno de paisajes diferentes, precisamente para eso.

Ahora salimos en medio de una serie de noticias sobre la temperatura reinante por aquellos sitios que, si fuéramos sensatos lo dejaríamos para otra ocasión, pero, no lo somos. Y además, nuestra experiencia nos dice que las cosas siempre mejoran por donde quiera que pasamos. Así que confiamos en ello.

Ya les contaré sobre lo que vea. Si puedo desde el camino, como otras veces, si no, cuando regrese. Mientras tanto, les dejo un abrazo. Y muchas felicitaciones para Panchito Madero y su señora esposa, a la celebración de cuyas bodas de oro no podremos asistir por andar todavía en este periplo.

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