L U N E S
Lupita, Alejandro, María Aurora y Vidal, me trajeron de París como regalo una corbata. Dicen que la vieron en un aparador y todos a una dijeron: ¡Mira!, pensando en mí. La corbata luce la copia de un Quijote pintado por Picasso. La miro como una pieza más de mi pequeña colección de quijotes, porque yo de Picasso nada, o muy poco: un mosaico de La Familia de Arlequín de su época rosa, que en el primero de mis viajes a España compré en Talavera de la Reina y para tú de contar. Del Quijote sí, aparte del libro, un cuadro que lo representa en cama, ya en las últimas, y diversas concepciones que del hombre de la triste figura mis amigos me han hecho llegar a través del tiempo en diversos materiales.
De todas maneras si como pintor a Picasso no lo entiendo, como ser humano me parece que debe ser un hombre muy interesante, entre otras cosas por su intenso amor a la vida. Como dicen que decía Chagall: ¡Qué genio es ese Picasso, lástima que no pinte!
A Janet Flanner, autora de las famosas “Cartas desde París”, y a quien había dejado de ver por muchos años, al reencontrarla le dijo: “No pareces ni un día más vieja. Tú y yo somos así. No envejecemos, sólo maduramos. ¿todavía amas la vida y la gente como antes? Te observaba y quería saber en qué pensabas . . . Dime, ¿todavía amas a la raza humana, especialmente a tus mejores amigos? ¿Todavía amas el amor? ¡Yo también! Oh, nosotros somos grandes por eso, tú y yo.
¿Acaso el amor no es el gran renovador de la vida?”
Gracias, queridos míos, por su regalo que, como ven, a veces son algo más que lo que son.
M A R T E S
Una de las cosas que envidié a San Francisco al volverlo a ver fue su tranvía, que me hizo recordar a los que un día tuvimos nosotros, que fueron dos, el de circunvalación de la ciudad que entonces llegaba a poco más allá del Sanatorio Español, y el que nos llevaba, puente sobre el Nazas de por medio a Ciudad Lerdo, su placidez y sus huertas, en las que por nada podías comer hasta decir basta lo que sus árboles daban.
A veces, no se sabe cuándo sí y cuándo no, tardamos mucho en decidirnos algo, en ocasiones nos resolvemos demasiado pronto, y esto que creo pasó con nuestros tranvías. En cuanto se decidieron a quitarlos se decidieron a venderlos con todo y vías, y de ellos hoy no queda la menor huella como no sea el recuerdo.
Viendo el de San Francisco pensé lo que sería haber conservado el de Torreón a Lerdo en sus funciones, con sus carros hermosísimos de primera y sus asientos de bejuco, haciendo el recorrido con más lentitud recordando lo que es ello, y más seguridad, sin andarle sacando a los otros automóviles que corren en competencia por la carretera como si fueran a cobrar herencia, según decía mi abuela.
M I É R C O L E S
Ignoro si la sala de Cabildo se usa a diario, o sólo se abre cuando hay necesidad de que el Ayuntamiento discuta los problemas de la ciudad.
Si se usa a diario, ni modo, hoy, como todos los días tenía que estar abierto, y así pudieron meterse en él las mujeres que desde el caer de la tarde hasta equis hora de la noche vagabundean bajo las ramas de los árboles de la Plaza de Armas o trabajan en cervecerías.
Sorprende, sin embargo que el espectáculo que allí se desarrolló no lo impidiera nadie, ni policías que seguramente alguno habría, ni jefes de las oficinas que allí operan, lo que entre otras cosas acaso quiere decir que, precisamente tempraneros no son, pues ya era medio día, sino igual que todos los que por allí han pasado.
Frente a este desorden en la propia sala de Cabildo, afrenta a la que, antes, nadie se había atrevido, vemos mal las cosas para el nuevo Ayuntamiento, en el que tantas esperanzas se han depositado.
Económicamente no es mayor cosa lo que ese grupo pide, en tanto que amenazan con desnudarse todas, más las que se acumulen, seguramente en la explanada municipal y, la verdad, no es lo mismo, por lo que se vio, la desnudez de Friné que la de estas especializadas servidoras públicas. Evítese, pues, al público tal pena.
Por lo demás, seguramente hay un castigo que hay que aplicar a quien incurrió en el irrespeto al sitio donde se encontraban, y eso no hay que dejarlo pasar, señores del Cabildo. A ponerse los pantalones.
J U E V E S
Napoleón III había reunido al Consejo de Ministros en Saint Cloud cuando se oyeron gritos desaforados de alguien que quería ver inmediatamente al emperador. Era alguien que gritaba: ¡Le están matando! ¡Le están matando!
El emperador se informó, supo que se trataba de Ingres, (famoso pintor, del que se dice que ¡de los 2000 cuadros que pintó en toda su vida hay por lo menos 4000 en Norteamérica!) suspendió el consejo y recibió al pintor, el cual repitió el grito: ¡Lo están matando, señor! Y al preguntarle el emperador a quién, le contestó: a Rafael.
Ingres consiguió, al fin, calmarse, y así pudo explicar al emperador que se trataba del pintor Rafael y una restauración que están haciendo en el Museo del Louvre, del San Miguel del gran pintor italiano. Ingres decía que lo hacían mal y que aquello era matar al pintor.
El emperador dio órdenes para salvar la vida del pintor italiano. Pero, Ingres se ganó la enemistad del director del Louvre y de los restauradores del cuadro.
Aquí parece que se van a ocupar de restaurar el Hidalgo que está al final o al principio, según se vea, del Boulevard Independencia. Muchos son los que opinan que puede ser la oportunidad de romper las cadenas que atan al Padre de la Patria y las presenten rotas, pues tal como está no habla de libertad sino de todo lo contrario.
V I E R N E S
Volviendo con lo que comenzamos, hay más de una anécdota que vale la pena recordar: Como la de aquella adolescente que le conoció y se le acercó a hacerle una pregunta: Oiga, señor Picasso, ¿por qué pinta esas cosas tan raras?
Pinto las cosas tal como las veo, hija mía.
Y. . . lo que pinta, ¿no lo ve?
Papini en su Libro Negro atribuye a Picasso esta declaración: Yo no soy un verdadero artista. Lo único que hago es divertir a la gente con todo lo que me pasa por la cabeza.
Un periodista italiano que consiguió que Picasso le recibiera, le preguntó si era verdad que había dicho aquello. No lo recuerdo, le contestó el pintor, pero si lo dije fue en un momento de exagerada vanidad. Pienso que para divertir al mundo durante mucho más de medio siglo, y siempre con éxito creciente, se ha de ser un verdadero genio.
Y en cuanto a la pintura moderna a Picasso se le atribuye esta buena definición: La pintura llamada moderna es aquella que nunca llegará a ser antigua.
Un joven pintor le dijo que él sí comprendía sus cuadros, de lo que Picasso quedó muy asombrado, diciéndole luego: ¿Hombre! Pues explíquemelos, a ver si yo consigo comprenderlos también.
S Á B A D O
Nada sigue ocurriendo por sí sólo porque alguien lo hizo ocurrir en una ocasión. Si así fuera, todo sería fácil. La cuestión no es que lo que sea ocurra una vez. Eso lo puede hacer cualquiera. El problema es que lo que se quiere que ocurra, lo haga un día y otro también, constantemente.
Lo anterior lo digo, porque, en lo personal me dio mucho gusto saber que el problema de Torreón Jardín de la vuelta de los automóviles y de su interrupción del tránsito en las bocacalles había terminado.
Sin embargo, el viernes 17 a las 10:20, P.M. tuve que salir en busca de algo, y encontré que a la altura de la calle Begonias, la interrupción estaba como antes, con el añadido de un pleito, y policías ni uno para remedio.
No sé a estas alturas si las cosas se mantienen en su situación ideal, o si han vuelto a las andadas. Pero, por lo que vi en tan pronto plazo es oportuno hablar de ello, y recordar que si no se quiere volver a lo anterior es cuestión de supervisar constante e inesperadamente cómo sigue todo, ya sea en esto como en cualquiera otra cosa que se haya logrado cambiar.
Y D O M I N G O
Un gobernante, cualquiera que sea su jerarquía, sólo se realiza con autenticidad cuando sabe serlo en función del pueblo que representa: sirviéndolo, y no sirviéndose de él para alimentar su soberbia estéril, o para consagrar una jerarquía.