M I R A J E S
L U N E S
Organizar la presentación del último libro de los que lleva escritos Felipe Garrido, nuestro querido amigo compartido, ha sido un acierto de Alberto González Domene, como también lo fue la elección de los presentadores del mismo: Fernando Martínez Sánchez, Jossie Reynoard de Iriarte y Jaime Muñoz Vargas, de lo mejor que hay en casa y corresponden a la categoría del autor de “La Primera Enseñanza”.
Los cuentos de Felipe Garrido no son mil y uno, como los de Scherezada. Con cincuenta y tres le basta y sobra para confirmar el encanto su prosa que gana otro tanto cuando él se convierte en su propio lector en voz alta.
Como los tres expositores coincidieron en citar el número 21, aquí lo tanscribo, para que ustedes lo disfruten:
“Una noche, el marino ilustrado estuvo elocuente. Cuando por fin se bajó de la mesa en que estaba hablando, vio que alguien se había bebido su vaso de ron. Un velo apacible, sin embargo, cubrió su mirada:
Nada es más importante – dicen que dijo - que saber que nada es mío. Para comprenderlo necesito olvidarme de mi persona y sentir la unidad del universo y yo. Yo quedo en segundo plano, pero el universo es mío; no hay diferencia entre el universo y yo. Todo me pertenece y todo es de los demás.
Dicen que después, en voz baja, dijo que, sin embargo, él no podría hacer nunca lo que el bienaventu-rado con los ladrones. De cualquier forma, tuvo que pedir otro vaso de ron, y procuró no perderlo de vista”.
M A R T E S
De pronto, a todos los que luchan por algo, mujeres y hombres, les ha dado por convertir en una arma su desnudez. Aquí ya casi lo vimos, y en la Ciudad de México viene sucediendo desde endenantes, como se ha visto más de una vez en el interior por los noticieros televisivos.
Lo mismo se ha visto pasar alguna vez en el país vecino, allende el Bravo, pero la diferencia entre unos y otros es que como de aquel lado el que más y la que menos rinden culto al deporte o se pagan sus buenos gimnasios, al desnudarse los que más y las que menos, todos están en forma, pero, en otras partes, al menos por lo que aquí se vio, y lo que se ha visto en la capital, con lo que exhiben en lugar de ganar un pleito a lo mejor se ganan otro.
En la capital hoy volvió a repetirse el espectáculo donde una veintena de jóvenes en el vestíbulo del Salón Verde, donde sesionaba la Comisión Permanente, con el fin de lograr convocar a los legisladores y obtener su apoyo para salvar el patrimonio cultural que encierra el Casino de la Selva de Cuernavaca amenazaron con desnudarse, y así lo hicieron. Pero, como los diputados ya se han pegado más de un chasco y aprendido que, para lo que van a ver, no vale la pena salir, no salieron. Por lo que, a los protestantes no les quedó más remedio que tapar sus vergüenzas e irse a casa.
M I É R C O L E S
No se trata únicamente de dinero la reconstrucción de los edificios que Nueva York perdiera el 11 de septiembre del año 2001, cuando un enemigo invisible golpeó directamente los centros financieros y militar, símbolos de su poderío e invulnerabilidad.
Aquellos edificios cayeron a plomo; el orgullo de su gobernante fue herido profundamente, pero el espíritu de sus habitantes ha seguido firme, y apenas transcurrido escasamente año y medio la tragedia de Las Torres Gemelas, los encargados de reconstruir el World Trade Center eligieron ya dos proyectos que suplirán a los desaparecidos.
Los edificios desaparecidos medían 411 metros de altura. Uno de los proyectos presentados mediría, al terminarse, 507 metros, el otro 541. Les llevará doce años terminarlos. Ni el dinero ni el tiempo les amilana. Siempre han sido así. Por eso han llegado a ser lo que son, y están donde están a pesar de sus muchos defectos como grupo étnico, pues, personalmente, ya lo he dicho otras veces, hay entre ellos, como en cualquier otro, magníficas, excepcionales personas.
Lamentablemente nosotros imitamos de ellos lo peor, los que nos enseñan a través de sus películas de cine y de televisión llenas de impiedad, de corrupción y soberbia.
Ojalá pudiéramos imitarlos en cuanto el amor que le tienen a su patria, que los hace capaces de cualquier sacrificio por ella.
J U E V E S
Se cuenta de John Steinbeck escritor norteamericano, que no era partidario de dedicar elogios a las mujeres, al menos en general. Le preguntaban cuál era su opinión sobre las mujeres norteamericanas, y preguntaba a su vez que cuáles, si las gordas o las flacas, y cuando le aclaraban, respondía que a las gordas lo único que les preocupaba era adelgazar, y que, en cambio, a las flacas lo que verdaderamente les preocupaba era engordar un poco, pero, que además existían las que nunca se pesaban, que eran las menos.
La película “Al este del Paraíso”, que hizo famoso a James Dean, está tomada de una novela de Stenbeck. En ellas las mujeres no quedan muy bien. Alguien le hacía notar eso y Steinbeck estaba de acuerdo. Y preguntaba: “¿Es que no se pueden decir las cosas tal como son?” A lo que le reviraban que si él creía que son siempre así. Y entonces él decía que bastaba con que lo hubieran sido una vez para que él las describiera así.
Porque los escritores, explicaba, tenían derecho a inventar la vida, siempre que el invento fuera una pieza de nuestra estructura literaria.
Después de aquella aclaración, añadió: Las mujeres se parecen a los diarios. Tanto a los diarios como a ellas les gusta la polémica. Pero, siempre a condición de decir la última palabra, la que les da la razón.
V I E R N E S
Otro que no fue feminista y consideraba que las mujeres eran enemigas de los hombres, a los que excitaban con sus atractivos para hacerles perder la cabeza, fue Tolstoi. En sus últimos años, una vez que hablaba de mujeres con amigos, les dijo:
“Toda la verdad de lo que yo pienso de las mujeres sólo la diré cuando ya tenga un pie en la fosa. Y después de decirla, saltaré dentro de la fosa y desde allí gritaré: “¡Y ahora haced de mi lo que queráis! Mi misión ha terminado!”
Alrededor de los setenta años había dejado de escribir. Murió a los ochenta y dos. Sus amigos le preguntaban que por qué ya no escribía; que si era porque ya no se le ocurría nada. Les contestaba que más que nunca su cabeza era un hervidero de temas, pero que le quedaba poco tiempo de vida, y que para escribir todo lo que llevaba en la cabeza necesitaría años, ¡toda una larga vida! Así que prefería no escribir nada y dejar así que se perdiera el fruto de su imaginación.
En su propiedad de Yasnaia-Poliana recibía a todo el mundo debajo de un árbol, un olmo vigoroso al que llamaba “el árbol de los pobres”. Todo el mundo tenía el paso libre hasta aquel árbol. Allí les recibía Tolstoi, les escuchaba y les daba consejos. Un desconocido le enseñó una botella de vodka, y le preguntó que si le gustaba el vodka. Le contestó que le gustaba, pero que hacía tiempo no bebía. El desconocido le preguntó que si era cierto que Cristo resucitó. Tolstoi le dijo que era verdad. Entonces el desconocido arrojó al suelo la botella, contra una piedra y todo el vodka se perdió. He hecho voto de no beber un sorbo más si me decías que sí, que era cierto.
Y cumplo mi voto.
Tolstopi lo estaba felicitando cuando el desconocido sacó otra botella de un bolsillo, y casi de un trago se bebió la mitad. Y cuando terminó de beber todo el contenido de la botella se alejó caminando.
S Á B A D O
Nos pasamos la semana tratando de descubrir quién dice verdad, quién dice mentira, más que nada porque de una y de otra parte se trata de mentir por una causa patriótica y, puesto que Byron decía que una mentira no es más que una verdad con máscara, ni uno ni otro se va a detener por una mentira de más o de menos, cuando de lo que se trata es de salvaguardar sus propios intereses.
La guerra, más temprano o más tarde, llegará, eso no tiene remedio.
Así lo ven todos, y no se van a equivocar. Llegará porque quien puede, tiene necesidad de ganarla. Aunque no hay enemigo pequeño y esa experiencia también la ha pasado, pero los pueblos desean ser engañados y eso facilita las mentiras de uno y otro lado.
Y D O M I N G O
El mejor patriotismo es el patriotismo activo y silencioso. NIKITO NIPONGO.