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MIRAJES

POR EMILIO HERRERA

L U N E S

Estoy seguro de que, igual que yo, la has visto en la primera página de la primera sección de “El Siglo” de hoy, llorando de miedo y muy asustada por todo lo que ocurre a su alrededor, incluido, seguramente, el estruendo de las bombas, de las que, en la foto, sólo se ve el humo de sus consecuencias; esta niña bien vestida y muy linda, de escasos tres años de edad, no sabe qué es lo pasa ni qué sobrevendrá, y menos todavía qué hacer para que todo aquello desaparezca, y eso la asusta terriblemente.

Nadie tiene derecho a asustarla de esa manera y, sin embargo, allí está, desvalida, muerta de miedo, sintiéndose, por primera vez sola, no obstante que, a un par de pasos está su madre, amparando entre sus brazos a sus hermanos más pequeños.

Si sobrevive a esta guerra que asola a su patria, ¿podrá llegar a olvidar algún día en el futuro tal circunstancia de total desvalimiento? ¿Qué culpa de nada puede tener una niña así, para estar condenada a vivir un momento como el que en la foto pasa y que sin duda habrá de marcarla para siempre?

¿De qué civilización hablamos cuando en ella pueden suceder y suceden casos tan dramáticos como el de esta niña que acaso llegue, ése u otro día próximo hasta la tragedia?

Pensar en dar de comer a los hambrientos de aquel país no está mal, pero no hay suficiente pan en este mundo para justificar ni su miedo ni sus lágrimas.

M A R T E S

Muchos son los que se preguntan por qué esta guerra no se ha acabado, Reconociendo el poderío del armamento norteamericano y lo disciplinado de su ejército, y recordando el anuncio anticipado que se hiciera de que ésta sería una guerra, que ni a guerra llegaría, pues se terminaría en muy poco tiempo, en unos cuantos días, anuncio que a nadie sorprendía, pues a todos les parecía factible, al ir sumando fechas y ver que la guerra sigue hoy son más los que se preguntan, qué es lo que pasó y sigue pasando.

Y muchos son los que siguen creyendo que, de haber querido, la guerra ya se hubiera terminado, pero, sencillamente no lo han querido; que la realidad es que lo que desde el principio han querido es destruir lo más posible de Iraq con costo a guerra, puesto que desde antes que comenzara ya se tenían contratadas cinco empresas para su reconstrucción.

Lamentablemente no se puede llegar destruyendo exclusivamente. No podrían justificarlo. Explicarlo sí, porque estos buenos vecinos son capaces de explicar cualquier cosa, pero no justificarlo si no por necesidades guerreras. Y por eso andan en ello con toda calma.

Por eso la guerra no se puede terminar tan pronto como sus armas y sus hombres pudieran hacerlo. Antes tienen que destruir lo necesario para que su reconstrucción resulte un buen negocio. Ya se verá cómo cuando esto se asegure, la guerra se termina en un santiamén.

M I É R C O L E S

Las guerras todo lo afectan. Creámoslo o no, si en estos tiempos cuaresmales afecta el precio de los pipianes y de los nopalitos, ¿no iba a afectar, con más razón, el precio de los boletos de avión? Ya lo creo que sí.

Según las últimas noticias sólo durante el mes anterior, el de marzo, nuestra aviación tuvo pérdidas por valor de cien millones de dólares, que ya son millones.

La cuestión es que las compañías echaron números y acabaron por subir el precio de los boletos. Pero, resulta que también los que hasta entonces, con sacrificios y todo, acostumbraban usar los aviones para viajar echaron las suyas, y tuvieron que aceptar, que aunque no quisieran tenían que dejar de hacerlo. Este tipo de decisiones no es fácil para los mexicanos, tan dados a la apariencia que son capaces de manejar un BMW viviendo en casa de renta, pero, a muchos no les quedó otra que volver a viajar en autobús, y a sus asientos ha vuelto una buena cantidad dejando vacíos los asientos de los aviones nacionales, todo como consecuencia, según se dice, de la guerra de Iraq.

Lo que pasa es que aquí todo mundo quiere resolver sus problemas subiendo los precios de lo que sea, y en ocasiones las cosas no están para eso y lo mejor es tratar de resolverlos bajándolos. En esta ocasión nuestra aviación debiera probar a rebajar sus precios dando un mejor servicio y dar al tiempo una oportunidad de contestar. A ver qué pasa.

J U E V E S

No hace muchos siglos los imperios crecían por la sangre o por la sangre. El ambicioso mataba a un rey y así se hacía de su primer reino; si ya lo era y cometía aquel asesinato, con él hacía crecer el que ya tenía, y así se iba hasta que alguien le madrugaba. La otra sangre era la de los enlaces. Los padres de los herederos se encargaban de ello. Echaban sus cuentas, barajaban sus conveniencias y pedían no sólo la mano, el cuerpo y la herencia de alguna heredera de un buen reino como esposa para sus hijos, y así los propios se duplicaban cada generación.

¿Qué si las princesas eran de hadas y cosas así, es decir, hermosas?

Acaso algunas veces, pero, no siempre, porque con cierta frecuencia la heredera no era la hija del rey sino la de un vasallo cualquiera que a la reina se le hubiera antojado por otras causas que no eran la belleza precisamente, en un momento de debilidad. Así se hicieron, a través de los siglos, algunos de los imperios más conocidos. Después, el problema fue conservarlos, porque no faltó nunca, otro ambicioso, que quisiera si no todo, parte de él.

Y, ni modo, con ganas o sin ellas, había que ir a la guerra al frente de sus tropas.

Hoy eso ya no se usa. Los que van a las guerras son los militares, que, ni modo, es su oportunidad de lucirse, ganar medallas y ascender en el escalafón. Hoy los que antes iban al frente de los suyos, se quedan tras de su escritorio encima del cual extienden un mapa y mueven seres humanos como de niños movían soldaditos de plomo. Y a seguir haciendo crecer su imperio mientras el destino no les tenga reservada una mala jugada.

V I E R N E S

Durante la guerra de Secesión, cuentan que el general Sherman amenazó con su pistola a un oficial a sus órdenes que no le obedecía. Y le gritó: ¡La próxima vez lo mato!

Lincoln visitó después aquella compañía. El general Sherman era su amigo y Lincoln le conocía muy bien. El oficial presentó sus quejas al presidente. Le dijo que Sherman le había amenazado con pegarle un tiro.

Conozco muy bien al general Sherman, le confió Lincoln, y si le amenazó, lo más probable es que cumpla su amenaza. Así que ándese con cuidadito. Y lo mejor es que le obedezca.

S Á B A D O

Leónidas fue rey de Esparta. Es históricamente famosa la defensa que hizo del paso de las Termópilas. Sólo con 300 espartanos y unos 5000 griegos de otras ciudades helénicas, contra un ejército enemigo poderoso, el de Jerjes. A última hora defendió el paso sólo con 300 de Esparta, 400 tebanos y 700 tespios, que murieron todos. La cabeza de leónidas fue enviada a Jerjes y su gesta pasó a la historia como ejemplo de heroísmo.

Con este acto heroico consiguió retrasar el avance del enemigo, lo que permitió a los demás griegos agruparse.

Un emisario de Jerjes, conminándolo a la rendición, dijo:

¡Somos tantos que nuestras flechas oscurecerán el sol!

Y Leónidas, en su papel de héroe, pronunció una frase histórica:

Mejor; así combatiremos a la sombra.

Y D O M I N G O

¿Qué importa un año más en el tiempo de un muerto?

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