Somos hombres de este tiempo.
Los de los grandes prodigios.
Creemos haber penetrado todos los misterios. Pocas incógnitas –pensamos- hay ya para nosotros.
Nos sentimos todopoderosos y omniscientes.
Somos “los reyes de la creación”.
Actuamos como si fuéramos los amos del mundo, sus señores.
Pero de pronto los hombres de este tiempo, los dueños del prodigio, entramos en guerra con nosotros mismos, esgrimimos las armas de la violencia y el terror.
Entonces nos llenamos de congoja, y nuestra soberbia se convierte en miedo.
Y ya no somos los reyes de la creación, ni los amos y señores del mundo, ni los dueños del prodigio.
Somos igual que nuestros antepasados de la edad de piedra.
De la otra edad de piedra.
¡Hasta mañana!....