L U N E S
Por Niño que Dios era entonces, según nos lo advierte Ramón López Velarde, el diablo le ganó la mano y fue él quien nos escrituró los veneros de un petróleo que así fue nuestro, pero que por andar el diablo en medio de la danza lo ha venido entregando con garantía de impunidad a cambio del alma de todos los que lo quieren y así lo obtienen, llámense tan conocidamente como se llamen.
México ha tenido desde siempre fama de rico, y de que lo hemos venido siendo desde el principio de nuestra historia no hay la menor duda, aunque ahora, creámoslo o no, lo somos menos que antes, pues no existe nada en este mundo de lo que se esté sacando siempre que a la larga no se agote.
Y lo que pasa ahora es que unos a petróleos le sacan de un sólo golpe, si le hemos de hacer caso a la noticia, mil millones, y otros menos impacientes diariamente un millón, de una manera o de otra al año suman, y lo que según eso era de todos va acabando en manos de muy pocos.
Y la cosa no acabará mientras por ello no castigue a los culpables, siempre tan conocidos. El día que a los tales les quiten lo que se llevan y encima les castiguen, no con muerte, que la merecen, pero que aquí no se vale, pero sí con cárcel a perpetuidad, en México las cosas cambiarán para bien del pueblo.
M A R T E S
Juan Herrera Becerra ha publicado su décimo libro: Historia de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Me asombra que encima de su trabajo profesional encuentre el tiempo necesario para escribir los libros que usted escribe, que le exigen una larga investigación para dar a las futuras generaciones datos exactos sobre instituciones diversas de nuestra ciudad, en este caso la de la Universidad Autónoma de Coahuila, de la que usted fue alumno fundador; publicación que enriquece, además, con un gran número de fotografías.
Felicitaciones.
M I É R C O L E S
Ahora se habla mucho de la falta de agua, y no tanto para regar este cultivo o aquel otro, sino por el temor de amanecer un día con la novedad de que no hay agua para bañarse.
Eso del baño diario no ha sido cosa de siempre. A lo mejor, más que nada, eso del baño diario vino como consecuencia de la invención del jabón y del deseo que su inventor tenía de vender cada vez más, porque de ello iba a vivir y quería vivir mejor, y que yo recuerde, por allá por los veinte todavía existía gente de buena posición que, con cierto especial orgullo hablaba de sus baños semanales y hasta quincenales como de algo que no todos hacían. Y allá por los cincuenta, o cosa así, cuando se iba a México en ferrocarril y era sábado uno se daba cuenta de cómo en Zacatecas lo abordaba una gran cantidad de pasajeros, que luego te decían que iban a Aguascalientes, de donde volverían al día siguiente ya bañaditos, lo que quería decir, pues, que, cuando mucho se bañarían cada semana.
La cáscara guarda el palo, se decía por aquel entonces, y el no bañarse sino de domingo a domingo decían que les protegía de los resfriados y esas cosas.
Pero, la pelea la ganaron los de los jabones ayudados por la publicidad, de tal manera que si una mañana de estas cualquiera te levantaras y de tu regadera no saliera agua para el baño diario pondrías el grito en el cielo, que en tal caso sería el mejor sitio para ponerlo. Pero, no siempre fue así.
J U E V E S
Torreón sigue siendo la ciudad de los contreras. El último no es el que vienen dando los taxistas por lo de los taxímetros. Se discute si es bueno o no, y yo no me explico por qué, porque en la mayor parte del mundo funciona bien tal sistema, incluso en viarias ciudades de nuestro país, y aquí es la única donde no acaban de decir que no.
Cuando hay un cambio en lo que sea, lo primero que se hace es hablar bien de sus beneficios para el consumidor; sin embargo, en este caso, en tres taxis que he tomado en estos días, los tres conductores se han dedicado a hablar mal de los taxímetros y mal de sus líderes que, según ellos, son los que se benefician del negocio escondido que hay en este asunto.
En cuanto al usuario, en este caso yo, aunque lo sea en forma esporádica, un servicio por el que normalmente he pagado veinte pesos, el taxímetro me ha marcado, centavo más, centavo menos, diez y siete pesos. ¿Dónde está lo malo?
Ojalá y nuestro señor presidente no dé su brazo a torcer y obligue a que el sistema se pruebe el tiempo necesario para tener los pelos en la mano de cualquier prueba, y no se diga nada más sobre esto sin probarlo el tiempo necesario.
V I E R N E S
Cómo dijo el ranchero: ¡Tan bien que íbamos! Sssiete años de haber estado tranquilos a este respecto y, de pronto, volvemos a las andadas de los asaltos bancarios.
Es cierto que en tanto tiempo se olvida lo aprendido al respecto, es decir, lo que hay que hacer cuando se es asaltado para no perder oportunidades de que los malhechores sean aprehendidos; pero, no tomar el teléfono de inmediato y poner en movimiento a la policía cuanto antes, ya es olvidar.
Media hora después si no hace imposible la aprehensión de los ladrones sí la dificulta, y es una lástima porque el que al volver los ladrones tengan éxito en su primer actividad invitará a otros a imitarlos. Esperemos que no.
Tampoco los ladrones tuvieron toda la suerte que esperaban y que aparentemente tuvieron, pues su robo coincidió con la baja de nuestro peso, y si en la huída cometen algún error, las cosas pueden cambiar.
Esperémoslo también.
S Á B A D O
Hace ya tiempo que tú y yo, querido lector, no leemos aquí una poesía juntos. Hoy que acabo de releer ésta de Carlos Pellicer, creo que no podemos dejar pasar la oportunidad.
CUANDO LA TARDE ERA TODO SILENCIO Y ORO
Salió Leda del baño, y las gotas caían
del ápice del seno y del hombro ondulado.
Sonreía a sus pies la grama, sonreían
las líneas aún inquietas del lago azul dorado.
Y fue el cisne llegándose, ebúrneo el cuello arqueado;
sus alas como ramas nupciales se tendían.
Fue la divina cópula . . . El divino pecado.
Dos estrellas cercanas, plateadas sonreían . . .
La virgen en su egregia violación sintió el eco
del triunfo de la vida . . . Y del plumaje el fleco
retembló en el instante supremo . . . En el coro
de las Siete Virtudes, se desmayó una . . . Suave
fue la separación de la mujer y el ave,
cuando la tarde aún era toda silencio y oro.
Y DOMINGO
Dadme buena política y os daré mejores finanzas. MARIANO ARISTA