Torreón Acoso escolar Torreón Agua Saludable Sistema Vial Abastos-Independencia Virgen de Guadalupe

MIRAJES

Por Emilio Herrera

L U N E S

En las últimas semanas he estado en diversas ciudades de varios países. En todas ellas he visto servicios de transporte de pasajeros que pudiéramos llamar de primera. No los usé, es cierto, no puedo decir cómo estén sus asientos, pero, por fuera las unidades se veían nuevas, ninguna maltratada, ninguna con señales de ésas que, se quiera o no se quiera, deja el tiempo. Tampoco sé si el servicio lo ofrecen aquellos gobiernos o lo proporcionan empresas particulares, pero, sus unidades no avergüenzan a las ciudades que sirven.

Como negocio, el negocio debe de ser bueno, todo negocio de transporte lo es, si se le mantiene como es debido. Aquí el problema es que a las unidades se les explota hasta que no pueden más. Y quieren cobrar más cobrando pasajes de primera por un servicio dado con unidades que no lo son. Eso no está bien, y menos cuando los usuarios desde hace tiempo vienen esperando “que mejore el servicio en el corto plazo”.

Hay que tener en cuenta que en cuatro años más estaremos celebrando el primer centenario de nuestra ciudad; que vendrán a visitarla, en primer lugar, muchos torreoneses a quienes la vida ha tenido por años en otros sitios, pero también extraños que han oído hablar de su pujanza; éste es el tiempo en que se debería estar hablando de la posibilidad de tener un servicio de primera y no de “repotenciados”.

M A R T E S

Y eso de que en cuatro años más estaremos de mucha celebración de centenario no hay que tirarlo a Lucas. Si veinte años no son nada, como afirma el viejo tango, pues, imagínense ustedes si lo van a hacer cuatro años. Que no lo son, amigos míos, que no lo son. De manera que todo mundo debiera estar ya preparándose para aquello, las instituciones, cualquiera que sean, y el gobierno municipal, sin que éste quisiera salirse con el aquel de que “no es en mi año”, porque, efectivamente, no lo será, pero lo será en su ciudad y, ¡vamos! lo menos que puede dejarle es un regalo, el que sea, un monumento, una fuente, una plaza, qué se yo, ellos son los que deben de saber e irlo haciendo, y no intentar siquiera salirse por peteneras, que no estaría bien.

Esta sería, también, la oportunidad de que los comerciantes instalados al oriente de nuestra ciudad y que han venido de la capital en su mayor parte, aprovecharan la oportunidad y se pusieran la camiseta de la ciudad a la que han venido a servir, este Torreón que, como se dice, en cuatro años más, que ahorita pasan, cumplirá su primer centenario, lo que les da tiempo para pensar, sin prisas, un bonito proyecto y realizarlo oportunamente.

Para los comerciantes del centro tradicional, ese inminente centenario es la oportunidad de hacerlos reunirse y seguirlo haciendo con dos motivos, la de pensar en el regalo que pudieran hacerle, y la de hacerse ellos mismos otro: el de volver a identificarse y unificarse trabajando en conjunto por el bien común de el “Centro”.

M I É R C O L E S

A dos lugares de esta ciudad me llevó mi abuela: a la iglesia de Guadalupe y al Mercado Juárez.

Para llevarme al primero esperaba por las tardes a que “la muchacha” de la casa fuera a recogerme del colegio en el que estaba en párvulos, y conmigo de la mano, tras caminar siete cuadras, llegábamos a tiempo para que no se perdiera su rosario. Le gustaba sentarse, conmigo a su lado cerca del púlpito, entre éste y las primeras gradas del altar y, con un ojo al gato y otro al garabato estaba atenta de mí, de tal manera que a cualquier distracción mía iba un pellizco retorcidito que me recordaba el sitio donde estaba y con quien; pero, lo peor era cuando llegaba el momento en que usaban el incienso, lo que hacían tan cerca que me mareaba en grande.

En fin, que yo bendije el día en que comencé a salir más tarde de clases y ya no pudo esperarme; el mercado al que me llevó algunas veces estaba donde está el actual, pero no era el mismo porque aquel se quemó la misma noche en que el general Escobar abandonó, levantado en armas, nuestra ciudad con el dinero de nuestros bancos por si las dudas, que se volvieron certezas, pues acabó en Canadá por aquellos prontos, y no vivió mal; a aquel mercado sí que me gustaba ir porque en cada visita había fruta diferente y un surtido de dulces que no vean, todo eso además de canicas, trompos y baleros, juguetes que, en aquellos años para los muchachos era la locura.

J U E V E S

Ya es tiempo de que para protestar por lo que sea se recurra a dejar de trabajar o de estudiar e invadir las calles. Si se deja de trabajar no va a haber mañana más trabajo, y si se deja de estudiar no va a haber en el futuro mexicanos más capacitados. Estudiar en salones a medio construir es mejor que no estudiar, si al mismo tiempo presionan a quienes están obligados a terminarles sus escuelas mediante entrevistas a través de la televisión y la radio que apoyen las de los medios escritos.

En la explanada de la presidencia en lugar de ir a dar de gritos y a amenazar con entrar a la fuerza para obligar a dialogar, ¿por qué no la usan para ir a estudiar allí, para que el público vea como lo vienen haciendo en su escuela inacabada? La cuestión es que no se vuelvan otro problema para sus conciudada-nos.

Seguramente todos se enteraron en su día cómo hacen los japoneses sus huelgas para obtener aumentos en sus salarios: trabajando más. Todo dentro de sus fábricas, no en la calle. Así estos estudiantes, muestren a sus conciudadanos desde la explanada cómo estudian en sus escuelas, de otra manera en lugar de captar la simpatía de sus conciudadanos se atraerán su antipatía.

En cuanto a la Secretaría de Educación, algo tiene qué hacer para que los estudiantes de la Escuela Zaragoza Sur, puedan ver cumplidos sus deseos de estudiar en una escuela que merezca ese nombre.

V I E R N E S

El mundo sigue su marcha. Al mundo no lo detiene nadie. Los negocios son los negocios y éstos se hacen con dinero. Esto lo ha dicho Carlos Slim, el hombre más rico de México, y creo que de América Latina, que no se cansa de hacerlo en ellos.

Entonces siempre habrá hombres interesados en comprar sistemas, aparatos y máquinas capaces de hacer con la menor mano de obra, las cosas que la humanidad demanda para vivir más cómodamente.

Los empleados del futuro serán genios en busca de oportunidades, como en su día lo fue el propio Carlos, o gente que, al menos, estará al día en cuanto al manejo de una computadora se refiere. Los que no, difícilmente tendrán empleo en ese mundo de un mañana tan cercano, aunque siempre les quedará la posibilidad de llegar a ser políticos, para lo cual les bastará leer a Maquiavelo y tener el valor de llevar a cabo sus recomendaciones sin tocarse el corazón, pues si no es así, ni caso tiene de que lo lean.

Hace poco más de un siglo ya Justo Sierra recomendaba empezar y seguir construyendo sin cesar escuelas, única manera de que los mexicanos estuvieran constantemente a la altura de su futuro; sin embargo, para escuelas es una de las cosas para las que, con frecuencia, no hay dinero, y si no ahí está el caso de la Zaragoza Sur.

S Á B A D O

Cuentan de Francisco I, rey de Francia en la gran era del Renacimiento, que llevaba una vida de magnificencia externa, pero era poco firme en sus decisiones.

En 1519 Francisco no consiguió ser elegido emperador romano; pidió prestadas sumas enormes de dinero para sobornar a los electores, pero Carlos V, su rival, ayudado por Jacobo Fugger, les ofreció más que él. Ante tamaño chasco se revolvió contra Carlos, aunque en la batalla de Pavía, que tuvo efecto en 1525, sus fuerzas fueron derrotadas y él cayó prisionero.

Después de la batalla mandó un mensaje a su madre diciendo: “De tantas cosas no me quedan más que el honor y la vida, que están a salvo”. Sus normas políticas contra Carlos y el Imperio carecían de firmeza; combinando contra él su fuerza y la de los protestantes alemanes y de otras nacionalidades, osciló entre católicos y reformistas, y al inclinarse del lado católico quedó desacreditado entre sus aliados por permitir la matanza de los protestantes en Vaudois.

De su grandeza fue ejemplo su famosa reunión con Enrique VIII de Inglaterra en 1520 en el Campo del Tejido de Oro – la más brillante de todas las conferencias diplomáticas – que se celebró en pabellones adornados con profusión de ricos estandartes y fuentes por las que corría el vino. El esplendor, los favoritos, las queridas, todo ello significaba gastos e impuestos que le hacían impopular. Carecía de escrúpulos, pero no por ello dejaba de ser partidario del saber y de proteger a toda clase de artistas, ya fueran extranjeros o franceses. Fue protector de Rabelais y de Leonardo de Vinci.

Y D O M I N G O

Un renacimiento religioso y moral pondrá sus destellos sobre las ruinas de la civilización mercantil, que simbolizarán en la historia el fracaso de un siglo de egoísmo.

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 54292

elsiglo.mx