L U N E S
Los malos tiempos, dicen, enseñan más que los buenos; no mejores cosas, no nos equivoquemos, pero sí más que los buenos. Los buenos, aquellos que nos enseñaron a manejar billetes que tenían tres ceros más que los actuales, y a sentirnos millonarios y atrevidos y no querer ninguna cosa que no llevara de respaldo alguna firma conocida – ni tanto, no tanto –porque sonaban bien cuando se pronunciaba Dior o Vanderbilt o Pierre Cardin o cualquiera otra, para no olvidar a los italianos, a los españoles y ni siquiera a los nuestros, ¡qué caray!
Pero los tres ceros desaparecieron sin protesta, qué íbamos a protestar, si no lo hicimos cuando se nos desaparecieron dos millones de kilómetros cuadrados, menos lo íbamos a hacer por tres ceros, aunque estuvieran del lado derecho.
De una y otra cosa hace mucho tiempo, más de los kilómetros que de los ceros, pero éstos al menos – más vale tarde que nunca – han enseñado a nuestros campesinos a no repetir los errores de sus padres cuando el reparto: el de hacer eso que hoy llaman amor en los mismos sitios que sus patrones. Y hoy en lugar de venir a las grandes tiendas citadinas esperan en sus ejidos a las vendedoras de artículos de segunda mano que les hacen rendir más su dinero. Muy bien hecho.
M A R T E S
En Iraq la sangre siempre ha corrido en abundancia. Pero muchas veces fue sangre de ellos mismos. Sienten pasión por derramarla, y no de ahora, desde siempre. Desjardin¨s cuenta que en 1958, por ejemplo, cuando Kassem, líder de la revolución, derrocó a la monarquía hachemita, lo primero que se le ocurrió hacer a éste fue ofrecer a De Gaulle la cabeza de Nuri Said como un homenaje por la coincidencia de que el triunfo había ocurrido un 14 de Julio. Y cuando el embajador de Francia consiguió, al fin que no hiciera tal regalo a De Gaulle, todavía dijo que si era porque aquélla no le gustaba podía mandarle la de Nasser.
En Iraq el tiempo se ha detenido, y aunque la arquitectura y el urbanismo, entre otras cosas, hayan avanzado, la vida y la muerte siguen siendo para ellos lo que siempre han sido: Nada. Por eso Bush se las ha visto negras en Iraq, y se las seguirá viendo si el Señor no se compadece del asiduo lector de su libro y le regala un milagro. Entre tanto seguirán cayendo iraquíes, pero también norteamericanos. Que caigan iraquíes no es para Iraq lo mismo que para Norteamérica cuando caen los suyos; en Iraq están acostumbrados a ello, y Norteamérica no lo está ni quiere estarlo. Si es Hussein la causa de todo esto y con su aprehensión o muerte todo termina, pues qué bien. La cuestión es que de los cinco millones que al principio se ofrecían por la captura de Hussein se ha subido a veinticinco y nada.
M I É R C O L E S
Esto de las elecciones está bien, pero ¿qué seguridad tenemos de que los electores van a coincidir dando sus votos al mejor hombre para el puesto de que se trate?
En todo caso, esto de las elecciones es como la lotería, cuestión de suerte. Compras tu número, o eliges a alguien, y de allí en adelante es cuando vas a ver si era, o no, el del premio. Y a lo mejor el del premio era el que hiciste a un lado.
Alguna vez debiera probarse no elegir, utilizando, en cambio, a ambos candidatos en turnos obligato-rios por sorteo o ejerciendo el puesto conjuntamente. Hemos tenido tantos desaciertos en este asunto, que probar algo tan descabellado como esto, en todo caso, no sería sino un desacierto más.
Suele decirse que cada cabeza es un mundo. Un mundo de ideas, de sueños, de proyectos buenos y malos, de todo. ¿Por qué no aprovechar, pues, los dos mundos deseosos de participar en un gobierno, en lugar de sólo a uno equivocándonos? Se pondera a todas horas la capacidad de los que saben trabajar en equipo, pero no la aprovechamos cuando tenemos la oportunidad, no obstante que, si lo hiciéramos, ahorraríamos el montón de dinero que cada elección nos cuesta.
Claro que esto no es más que un sueño, pero, ¿por qué no soñarlo?, si al fin y al cabo el soñar no cuesta nada?
J U E V E S
El llamado calendario republicano o de la Revolución francesa, comenzó a regir el 22 de septiembre de 1792, fecha de la proclamación de la República, y por él se contó hasta el 1º de enero de 1806, en que se restableció oficialmente el calendario gregoriano.
El año comenzaba el dicho día 22 de septiembre y para los doce meses estableciéronse los siguientes nombres, tomados del cambio de estaciones, de temperaturas y del estado del desarrollo de las plantas:
Vendimiario (que recolecta la uva); Brumario (que oscurece el firmamento); Frimario (que cubre las montañas de hielo); Nivoso (que blanquea el suelo con nieve); Pluvioso (que lo riega con lluvia); Ventoso (que desencadena las ventiscas); Germinal (que hace brotar los gérmenes); Floreal (que hace florecer las plantas); Pradial (que siega los prados); Mesidor (que recoge las mieses); Thermidor (que calienta los surcos); y Fructidor (que madura las frutas).
No contentos con esto, en lugar de semanas, estableciéronse décadas, a las que denominaban primidi, duodi, tridi, cuartidi, quintidi, sextidi, septidi, octidi, nónidi y decadi . . . Otras innovaciones no menos pintorescas contenía este calendario que, en realidad, nadie tomó muy en serio.
V I E R N E S
Se cuenta que un día que Dante estaba en la iglesia, cubierta la cabeza por su caperuza como era costumbre entonces, en el momento de la elevación no se descubrió, y que por esto fue acusado de impiedad ante el obispo. El obispo le llamó y Dante le dio esta explicación: Señor, tenía en aquel momento tan entregada a Dios mi alma, que no me daba cuenta de lo que hacía mi cuerpo. No la tendrían así mis acusadores, puesto que hasta se dieron cuenta de lo que hacía yo.
El obispo no admitió, desde luego, la acusación. Un curioso dato anecdótico de Dante Alighieri: que no se llamaba Dante ni Alighieri. Un día, un tal señor Calcciaguido se casó con una tal señora Aldighiera. El apellido de la mujer quedó como apodo familiar y se convirtió en Alighieri. Un biznieto de esta señora fue bautizado en la iglesia de San Juan de Florencia con el nombre de Durante; nombre que después, abreviado, se transformó en Dante. Y este biznieto, cuyo verdadero apellido paterno no ha pasado a la historia, es Dante Alighieri.
Dante no vivió muy unido a su mujer, Gemma Donati. Sin embargo, un biógrafo cuenta que la mujer fue acusada de infidelidad por unos amigos del poeta. Y Dante, con mucha serenidad, dijo a los acusadores: A vuestro juicio, ¿conocéis la vida de mi esposa mejor que ella misma? Porque ella sostiene que vuestras acusaciones son mentira. Dejadme, pues, en paz. Y les despidió.
S Á B A DO
Cuando el hombre es niño no se da cuenta de lo importante que son en la vida las mañanas, y las desaprovecha durmiéndolas todo lo que puede, resistiendo las llamadas para despertarlo de su madre y su abuela. Los padres no se ocupan, bastante hacen con despertarse ellos mismos para no llegar tarde al trabajo, que si es propio lo acostumbra para ponerse como ejemplo a sus empleados.
Con el tiempo, ya adolescente y joven, trata de desquitar aquella pérdida desvelándose a diario lo más que puede, pero no es lo mismo.
Muchos son los que habiéndose acostumbrado a madrugar, en esos amaneceres aprendieron idiomas, por ejemplo, y otros los que en ellos se ejercitaron en hacer cosas con las que más tarde iniciarían sus fortunas.
El desvele es otra cosa; el desvele son amigos, diversiones, algo que tiene un precio que, de alguna manera hay que pagar en dinero, salud, desperdicio de tiempo, o en todo junto.
Y D O M I N G O
Señor don Saúl Rosales: Esta columna le presenta sus felicitaciones más efusivas con motivo de su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua.
Será motivo de orgullo para quienes lo eligieron como lo es para nuestra ciudad. Un abrazo.