Torreón Acoso escolar Torreón Agua Saludable Sistema Vial Abastos-Independencia Virgen de Guadalupe

MIRAJES

Por Emilio Herrera

L U N E S

Todo mundo se ha quejado este año, en todos los tonos posibles, de que la cosa está que arde, y de que nadie, ni el gobierno ni los particulares, encuentran un peso ni para remedio. Y como esto, como se dice, ha sido un clamor nacional, todos hemos llegado a creerlo, incluidos los que lo venían diciendo.

Pero, sucede que, como se dice, una mentira no puede sostenerse permanentemente y, así los dos últimos espectáculos que se han presentado en la comarca en la semana anterior derrumbaron de golpe tal creencia. Me refiero a “Tango” y a la presentación de Juan Gabriel, que a los precios inusitados de seiscientos y setecientos pesos llenaron a tope los locales en que fueron ofrecidos. Por supuesto, los precios citados son un decir, pues nadie va sólo a ellos, o muy pocos. Por lo regular se va en parejas, y a veces, cuando las hijas son mayores hay que llevarlas, pero, de todas maneras, cuando se habla de estos espectáculos el precio, como mínimo hay que doblarlo.

Claro que se trataba, por una parte, del tango y de verlo bailar como seguramente no lo volverán a ver bailar como lo vieron los que lo vieron y, por la otra, nada menos que de Juanja, de su manera de cantar y de su manera de mover la cadera, que ésa es otra. Pero, de todas maneras, hay que dejar de quejarnos y decirnos pobres, porque no lo somos.

M A R T E S

Pero, por otra parte, ya lo ve usted, las noticias de hoy hablan de que “10 millones de mexicanos (cuando menos) viven de la piratería”, noticia a la que hay que agregar que también otros tantos, si no es que más, viven de la sinvergüenzada. Y entre unos y otros, más éstos que aquéllos, nos traen como nos traen.

Y no es hablar por hablar, pues de ello nos enteramos por todo tipo de noticieros, que cada día nos hablan de los que, de una forma o de otra, nos defraudan, o cuando menos hacen el intento, que si no les cuaja a ellos, a otros les cuajará.

Y no hablo de doña Elba, que ella ya desde hace mucho tiempo la hizo, pero que no obstante que declara que de su parte “no hay aferramientos a sillas ni a cargos”, el suyo no lo suelta ni a la de diez, diciendo que su “trabajo” es productivo y en beneficio de la sociedad”.

No; no hablo de ella, pero sí de muchos de sus compañeros de Cámara, lo mismo de los que hablan y hablan para no perderla, que de los que no dicen ni “esta boca es mía” para lo mismo. Porque si salieran por allí a buscar trabajo, el que conseguirían no alcanzaría el diez por ciento de lo que donde están ganan, porque aquello será lo que verdaderamente valen.

Pero, no agregaremos nada más, porque hoy que lee usted esto es día en que otros que buscan el mismo destino se juegan en las urnas su última carta, o la penúltima, como fue la que un par de partidarios escribieron a sus vecinos sugiriéndoles votaran por X, siguiendo aquello de que, no hay peor lucha que la que no se hace.

M I É R C O L E S

En Monterrey, donde saben lo que vale un peso, no sólo se preocupan en estos días de cuánto vienen pagando a sus funcionarios públicos sino que se ocupan de averiguar si lo que éstos vienen ganando lo desquitan, y van a racionalizar sus sistemas de remuneración, particularmente a los servidores que pagan fuera de nómina.

Lo mismo le recomendaron a uno de los Luises franceses más de uno de sus cortesanos, sobre todo aquéllos que se veían olvidados en cuanto a nombramientos; es más, no faltó quien le insinuara que debería evitarles el pago, pues sobraban quienes cumplirían con las labores del puesto que les ofreciera sólo por el placer de recibir el nombramiento. A lo que el rey les contestaba que eso sería lo que nunca haría, pues su experiencia le aseguraba que los empleados, nobles o no, que más caros salen son aquéllos que desempeñan nombramientos sin salario.

Como se ve la cosa es vieja, tan vieja que en el camino se ha refinado en todas partes, y de una manera especial entre nosotros donde muchos de nuestros burócratas y secretarios encuentran la manera de enriquecerse desorbitadamente por encima de lo que sus sueldos pueden justificar.

Hacen bien, pues, los regiomontanos en ocuparse de investigar este renglón que cubren con los impuestos de sus contribuyentes.

J U E V E S

A propósito de los Luises, Luis XIV fue el que reinó más tiempo y, entre los reyes de Francia el de mayor magnificencia. Voltaire le atribuyó el dicho: “Yo soy el Estado”, apócrifo, pero apropiado.

Luis XIV inventó una nueva fórmula para la monarquía cuando había dejado de ser “por la gracia de Dios”: era el Rey Sol, pues sus rayos, de todos modos, iluminaban los rangos más altos de la sociedad. Como hombre no era distinguido. Tuvo una serie de concubinas caprichosas, hasta que una de ellas, Madame de Maintenon, hizo de él un hombre respetable. Primeramente fue la institutriz de sus hijos; después, su querida; finalmente, su mujer morganática. Por complacerla Luis derogó el Edicto de Nantes, publicado en 1598 por Enrique IV, su abuelo, y persiguió a los protestantes. Esto privó a Francia de parte de su población más industriosa y hábil, pagándose así la respetabilidad de Luis a un precio bien alto.

Ascendió al trono de Francia siendo niño, y al principio lo dejó todo en manos del cardenal Mazarino, pero en 1661 se convirtió en su propio primer ministro, cargo que desempeñó durante más de sesenta años con espíritu burocrático. No supo apreciar la valía de Colbert, su mejor ministro y se vio envuelto en una serie de guerras por incompetencia o por alguna locura, tanto como por ambición. El mayor monumento levantado a su gloria es el palacio de Versalles, que mandó construir sobre terrenos pantanosos.

Ese edificio grandioso y poco confortable señaló el comienzo de la época fastuosa de la monarquía francesa.

V I E R N E S

No recuerdo quién dijo, pero alguien dijo, que la ley molesta a dos tipos de personas: a los encargados de obedecerla y a los encargados de hacerla cumplir, y los dos tipos ofrecen resistencia; los primeros, porque la ley les impide hacer su gusto o su negocio; los segundos, porque prefieren vivir cómodos. Así, por ejemplo, nuestros vendedores ambulantes que no ambulan, y nuestra policía. Unos porque tienen que obedecerla, y otros porque tienen que hacerla cumplir.

Leyes, ya se sabe, hay muchas, y unos por una causa, otros por otra, no hay quien no esté en desacuerdo con alguna, lo cual crea una especie de conspiración contra las leyes. Todos tratamos de que las leyes se apliquen, argumentando que si se aplicaran todo andaría mejor; pero, al mismo tiempo, la mayoría elude alguna.

Los gobernantes atestiguando la oposición al cumplimiento de alguna ley, y viendo que no hay forma de eliminarla, tratando de hacerla más llevadera sugieren nuevas o algunos cambios en las viejas, sin lograr que se apliquen ni unas ni otras.

Hacer nuevas leyes ocupa a los diputados, pero hechas les sucederá lo mismo que a las anteriores, que faltan los hombres que las apliquen.

S Á B A D O

Aquí estamos, pues, a la mitad de diciembre. Pasada la fiesta guadalupana sólo nos quedan las antes famosas posadas, de cuyos peregrinos, pedidas de posada, piñatas, dulces, canelones, cacahuates, fruta, ponches, pitos y, apenas si prevalecen los bailes finales particulares, y eso no muchos, pues resulta más económico ir a los de los antros públicos.

En fin, en medio de esta rapidez con la que pasan los días, las semanas, los meses volvemos a pensar en la importancia que encierra el sabio consejo de hacer todo lo que pudiéramos cuanto antes, es decir, ya, sin perder tiempo, no dejando nada para ese mañana tan amado por los mexicanos, pero del que nadie tiene la menor seguridad, dado que “ni obra, ni pensamiento, ni sabiduría, ni ciencia, ha lugar allá a donde no sabemos cuándo iremos y dicen que es mejor mundo que éste, del que algunos se quejan sin motivo verdadero, pues nadie ha venido de allá a contarnos cómo se vive por allá y todo son suposiciones. Y, de todas maneras, para hacerse en éste las cosas al azar y a la ventura, no nos podemos quejar de mucho, y menos cuando si se nos acaba un año siempre tenemos uno de repuesto, y esto no nos ha fallado. Váyase, pues, el 2003 cuando su hora llegue, y venga el 2004, cuando deba. Y a otra cosa, mariposa.

Y D O M I N G O

La mayoría de los mexicanos piensa, siente, y adora todas las cosas que son un poco mágicas, místicas. JUAN SORIANO

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 64827

elsiglo.mx