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MIRAJES

Por Emilio Herrera

L U N E S

Dos fotografías nos presentó hoy nuestro diario en su primer página. Una, la de Saddam Hussein tomada en el momento de ser atrapado, o minutos después; la otra la de Laura Reyes Retana, captada en el momento de anunciarse su triunfo en las últimas elecciones. La foto de un derrotado y la foto de un triunfador. La foto del que nada más tiene que hacer; y la foto de la que tiene el mundo por delante. La foto del que eso le tenía que suceder tarde o temprano; y la foto de la que no esperaba que lo que le pasó le pasara. Eso es lo que expresan los rostros de tales fotografías.

¿Qué pasará con Hussein. Al parecer se le enjuiciará en Iraq. Pero, aunque éste ha sido un país en el que la muerte entre políticos ha sido necesaria para vencerlos, en el caso de Hussein lo más probable es que escape a ella, porque para su vencedor pudiera ser, en el futuro próximo, más valioso vivo que muerto.

En cuanto a Laura Reyes Retana, la voz de la calle insiste en que, la realidad es que quien ganó las elecciones fue el gobernador. De todas maneras, la beneficiada es ella, su amplia sonrisa y sus manos cerradas son más elocuentes que mil palabras. Ojalá que tal satisfacción y su inteligencia, porque inteligente lo es, redunden en provecho del sexto distrito, porque el suyo ya lo obtuvo.

M A R T E S

Algo le viene pasando al hombre desde que se levantó del suelo y comenzó a pensar y hablar por sí mismo, o desde que, por no querer vivir como debía en el Paraíso después de lo de la serpiente a lo que se añadía el ruido que le llegaba de fuera y que le llenaba de una curiosidad creciente por saber cómo vivían los que hacían tal alboroto.

La cuestión es que cuando se dio cuenta de que había salido de Guatemala, según él, para entrar en Guatepeor. Y desde entonces no ha parado.

La historia lo ha seguido sin descanso y no deja de decir que ha mejorado, y la mejor prueba es su civilización. Sin embargo, hay noticias que hacen dudar de tal mejoramiento. Una de ellas es un hombre y un nombre que, en estos días, vuelve a ser noticia del día: Hussein, que todos sabemos lo que fue cuando tuvo poder. Pero, hay otras peores, como la de ese hombre, que fue noticia la semana pasada, a quien otro le pidió que lo matara y se lo comiera, y cumplió el encargo como si tal cosa. Tanto que, como le era imposible acabar de una sola vez su encargo, separó en bolsitas de plástico éstas y aquellas partes, y las puso en su refrigerador para que le duraran el tiempo necesario. Y hay los pederastas, y los asesinos de mujeres, como los de Ciudad Juárez, que no se crea que es el único lugar donde las mujeres mueren sin más razón que serlo. ¿Todo esto son pruebas de que vamos mejorando?

M I É R C O L E S

En la vida humana, dijo Terencio un día, ocurre como en una partida de dados, si no caen todos como más conviene, hay que tener arte para aprovecharse lo mejor posible de cómo cayeron.

Lamentablemente tal consejo dado dos siglos antes de Jesucristo, y que ojalá todo mundo siguiera, sólo es seguido por gentes inteligentes. Esto pienso al leer hoy el: “Hasta aquí llegué” de don Carlos Herrera, aspirante al puesto de gobernador del Estado de Durango, dicho al enterarse de haber perdido las elecciones del último domingo. Ni una sola queja, sólo una decisión. No cayeron los dados como hubiera querido. La mejor decisión era volver a lo suyo, a sus empresas, donde lo que sucede son sus propias resoluciones.

En todo caso, lo que más necesita México en estos años son hombres de empresa, como don Carlos Herrera en Gómez Palacio, como don Carlos Slim en la capital; mientras más hombres como ellos tenga nuestro país en todos sus Estados, más rápidamente vendrá su desarrollo, su crecimiento, el aprovechamiento de sus riquezas naturales, con la colaboración de sus gobernantes y en ocasiones aún sin ellas, pues en ocasiones pareciera que nuestras autoridades, en todo el país, sólo sirvieran para poner obstáculos a quienes desean abrir nuevas fuentes de trabajo.

Fue Terencio, también, el que dijo que: “Cuando no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede.”

J U E V E S

Hace mil años, o casi, mi buen amigo Segundo Llama me regaló un ejemplar del “Rubaiyat” de Omar Khayyam que hoy abro al azar. Dice:

XL

“Semejante al tulipán que mira hacia lo alto en espera de su tempranero sorbo de vendimia celestial, aguardas devotamente tú, hasta que el cielo, como se vuelca una copa vacía, te vuelque a ti sobre la tierra.”

Con esta interpretación: “De dos modos hay de interpretar esta cuarteta: la única dicha posible la alcanzarás mientras vives, pues una vez muerto serás como una copa vacía; o bien: aguardas inútilmente, pues al fin serás volcado sin recibir ninguna recompensa.”

XLI

“Perplejo ya nomás con lo humano o lo divino, abandona a los vientos el enigma del mañana, y deja, entre los bucles de la escanciadora juncal, tus dedos correr.”

Y esta interpretación: El esfuerzo del pensar filosófico es como navaja cortando en nuestra carne. (Amado Nervo pedía a Dios que lo librase “del dolor de pensar”). Por eso y al modo hedonista, aquí se nos aconseja rehuir lo doloroso e ir en busca de lo deleitable, Además, hay el escepticismo de que nada se alcanzará. El Evangelio (San Lucas, XII, 25) dice: “Quién de vosotros, por más que discurra, puede añadir un codo a su estatura?”

(Omar al Khayyam era un buen bebedor de vino, no un dipsómano. Que conste.) Segundo: Te seguiré recordando.

V I E R N E S

Claro que este mes de diciembre tiene sus alegrías, al principio de él muchas, pues, entonces, todo mundo piensa que se le van a cumplir todos sus deseos, que no son pocos cuando el mes empieza; pero, según el mes se va acabando, la mayor parte de aquellas alegrías se vuelven penas, pues, la mayoría contempla cómo las promesas de diciembre son pocos los que las ven cumplidas. Entonces es que esa gran mayoría confirma que está compuesta sólo de pobres.

Pero, no se crea que pobres son sólo los que en estos días, cuando el frío sopla tienen mucho frío, o normalmente padecen hambre. Acaso esos sean los menos pobres. Platón lo llegó a decir hace un buen rato: “La pobreza no viene por la disminución de las riquezas, sino por la multiplicación de los deseos, y no será la primera vez que yo aquí diga que nuestros antecesores fueron menos pobres porque no tuvieron “el milagro” de la televisión. La televisión multiplica la pobreza, porque el que se sienta a verla pronto descubre un chorro de cosas que, no sólo no tiene, sino que por no tenerlas ya, nunca las tendrá, digo, ese caserón de poca mecha, esas bellezas que le siguen por el caserón que mantiene y la riqueza que el mantenerlo le supone, y la serie de automóviles que guardan sus cocheras.

Si en lugar de anhelar todo eso, que es lo que lo hace pobre, el hombre, el pobre hiciera lo posible serlo más, podría comenzar a viajar, a pie, anticipadamente a la llegada del frío y pasarse el invierno en las playas, por ejemplo, como hacen los ricos.

S Á B A D O

Bien dicen los que suponen que mañana todos habrán olvidado lo que, bueno o malo hiciste, y pasado mañana de ti.

A Hussein, que tanto malo hizo, y que aún se pasó de ello con una entrega que nadie se esperaba; es decir, que de acuerdo con lo que él mismo había dicho, vivo no lo iban a agarrar, pues antes de ello, según él, cuando eso decía, se iba a dar un tiro. Es lo que hoy le reprochan los que creyeron en él; a final de cuentas le faltó el valor que suponía tener. Pocos imaginamos lo cobardes que podemos ser en un caso dado; todos creemos ser valientes. Entre nosotros, según anécdota que Homero cuenta, sólo Antonio Anaya sabía que no lo era, y así, llegó a decirle a quien le sacó una pistola: “Para qué es tanto ruido, si yo con una cachetada tengo.” O algo por el estilo. En lo particular nosotros tampoco podemos hablar mucho de esto, pues, nuestro “joven abuelo” lo mismo dijo a sus partidarios. Muchos de ellos obedeciéndole, muchos acabaron con sus jóvenes vidas, en tanto que él se entregó y tuvo que seguir soportando todos los agravios que tú sabes, antes de ser colgado de cualquier árbol cuando Cortés, para que no se le escapara lo llevaba con él rumbo a Honduras.

Y D O M I N G O

A los lectores de esta columna un sincero deseo de felicidades para la inminente Navidad: que el Niño Dios le traiga todo lo que, desde lo más profundo de su corazón le haya pedido.

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