EL PAÍS
MOSCÚ, RUSIA.- Un artificiero del Servicio Federal de Seguridad de Rusia pereció en la madrugada de ayeren Moscú al tratar de desactivar una bomba que una mujer intentaba introducir en un restaurante del centro de la ciudad. El incidente se produjo apenas cinco días después del atentado protagonizado por dos mujeres suicidas que costó la vida a 16 personas en un concierto de rock.
La mujer, Zarema Muzhijoiéva, de 22 años, fue detenida junto con un hombre, sospechoso de complicidad. Muzhijóieva reside en Chechenia, pero pertenece a la etnia vecina de los ingushes y habría quedado viuda durante la guerra de Chechenia, informaron fuentes consultadas por la agencia Interfax. Según la policía, los dos atentados, el del concierto de rock y el de ayer, están conectados. El artificiero muerto, el comandante Georgi Trofímov, de 30 años, que deja viuda y una hija huérfana, fue el mismo que el pasado sábado desactivó el cinturón bomba de una de las dos suicidas inmoladas en el concierto, según manifestaron fuentes de los servicios de seguridad. La explosión de ayer ocurrió en la calle, que había sido desalojada previamente. Mientras tanto, los órganos de orden público aprovechan la sensibilidad ante el terrorismo para reclamar un endurecimiento del Código Procesal Penal, recientemente reformado en un sentido liberal. En vez de la detención preventiva de 48 horas, los representantes del Ministerio del Interior quieren detenciones preventivas de hasta 30 días para los sospechosos de terrorismo. Por tercera vez en el curso de varios meses y por orden del Ministerio de Comunicaciones, las compañías de teléfonos móviles de Rusia suprimieron las medidas de protección de las llamadas desde el martes por la noche y durante una jornada con objeto de permitir escuchas telefónicas policiales. Los usuarios fueron advertidos de la medida con posterioridad a que se adoptara. Decisiones semejantes se tomaron durante la crisis de los rehenes el pasado octubre y durante la cumbre de San Petersburgo a fines de mayo.