SALTILLO, Coah.- La búsqueda de dólares se trocó en cenizas. Sólo eso; una caja con los restos cremados de su marido recogió la viuda del saltillense, Edgardo Ayala Dávila, de 28 años, quien falleció el 28 de agosto en el desierto texano, al ingresar ilegalmente al vecino país.
Ayer, se le despidió con una misa a quien en vida buscó mejorar su suerte en los Estados Unidos. La Catedral de Saltillo se llenó de dolientes que fueron a despedirlo. Es el primer originario de esta ciudad, que muere en el intento de alcanzar el “American Dream”. Edgardo, era un joven desempleado, que vivía en la calle de Dionisio, a unas cuadras de la oficina de El Siglo de Torreón en Saltillo con su esposa y dos hijos varones, de 4 años y de cuatro meses de edad.
Ayala Dávila, se despidió de su familia el 24 de agosto. Probablemente, el 25 se internó por el Río Bravo de manera clandestina a Texas. Le acompañaba su cuñado, Cristian, aproximadamente de la misma edad. Para eludir a la “Border Patroll” , decidieron cruzar el desierto texano.
La hermana del infortunado joven, Irma, explicó que su hermano estaba desesperado porque tenía cuatro meses sin empleo y no tenía casi con que mantener a su esposa y a sus dos pequeños hijos, uno recién nacido.
Dijo que el último empleo de Edgardo fue de guardaespaldas de empresarios, pero como era un trabajo peligroso, que además le quitaba tiempo para estar con su familia, decidió renunciar.
Indicó que a su hermano le prometieron empleo en una dependencia de gobierno, pero que como lo trajeron “con vueltas y vueltas” se desesperó y junto con su cuñado, otro desempleado, planeó el viaje a los Estados Unidos.
Narró que su hermano no aguantó su paso por el desierto y que se deshidrató. Ante esto, su cuñado decidió cargarlo para salvarle la vida. “Mi hermano no sufrió, afortunadamente, se quedó dormido y ni cuenta se dio”, dijo entre sollozos.
Señaló que las autoridades texanas encontraron a la pareja de ilegales cerca de Carrizos, Texas. Uno ya había fallecido y el sobreviviente, presentaba un cuadro de severa deshidratación.
Añadió que a trasvés del Consulado mexicano en Texas, se les avisó de la muerte de su hermano. “Teníamos la esperanza de que no fuera nuestro hermano; pero cuando vimos sus ropas supimos que era él”, expresó lanzando un profundo suspiro.
Dijo que lamenta además que la institución donde se le ofreció empleo, sólo lo trajo con vueltas. “Los dos buscábamos trabajo en el mismo lugar, pero nos traían a la vuelta y vuelta, y nos decían: vénganse mañana, pasado, el lunes el viernes, y a la hora que nos decían ahí estábamos; toda la tarde, toda la mañana. Nos hubieran desengañado con tiempo y le hubiéramos buscado por otro lado”, comentó con amargura.
Pidió a quienes piensan intentar lo que su hermano, que no lo hagan, que traten de encontrar trabajo en México, y mejor buscar que el gobierno apoye a los desempleados.
“Los políticos no lo viven, no saben de esto, como se sufre; ellos tienen todo y viven cómodamente”.
Por su parte, el Obispo de Saltillo, Raúl Vera López, quien ofició la misa de despedida del saltillense muerto en el desierto texano, dijo que Edgar se fue al extranjero para cumplir su destino de mantener a su familia
“La misión de Edgardo no termina, porque en el cielo será una luz que guíe a su esposa y a sus hijos, a los que Dios iluminará”, expresó el prelado en su homilía.
Vera López, no aceptó una entrevista con la prensa porque, según dijo, traía un fuerte malestar en su garganta.
En su breve respuesta, sólo dijo que estos hechos, como otros muchos iguales, son lamentables porque reflejan falta de atención para los migrantes y la falta de empleo en México, lo que debe remediarse a fin de evitar más muertes.