“Hay muertos que están más vivos que los vivos”. Anónimo
andrés Manuel López Obrador, el jefe del gobierno del Distrito Federal, ha señalado en varias ocasiones que se le debe considerar “muerto” para la carrera presidencial del 2006. Rosario Robles, presidenta nacional del PRD, no se ha quedado atrás y se ha declarado “doblemente muerta”. Lo sorprendente es que el gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel, en una gira política por Sonora, dijo que él está “vivísimo, vivito”.
Me queda claro que nadie le cree a Andrés Manuel su promesa de que no buscará la candidatura del PRD a la Presidencia de la República en el 2006. Ni siquiera sus más allegados colaboradores piensan que habla con sinceridad. López Obrador simplemente se está adhiriendo a una versión actualizada de la vieja sentencia de don Fidel Velázquez en el sentido de que en la política mexicana quien se mueve no sale en la foto. Le quedan a Andrés Manuel cuando menos dos años y medio de trabajo en el Distrito Federal. Si acepta que va a buscar la candidatura presidencial, cada obra y cada acción será analizada no por sus méritos sino desde la perspectiva de sus aspiraciones presidenciales.
Muchos dirigentes y candidatos perredistas, que han buscado arropar las actuales campañas en el éxito de López Obrador, consideran que si el tabasqueño no es candidato en el 2006 el PRD estaría condenado al fracaso. Nunca su partido ha tenido un personaje tan popular en las encuestas de opinión.
El proyecto de Andrés Manuel, sin embargo, no es bien visto por todos los grupos políticos del PRD. Si bien Rosario Robles parece haber llegado a un acuerdo con su sucesor en el gobierno de la ciudad de México, se aprecia un alejamiento de su predecesor, Cuauhtémoc Cárdenas. La decisión del ex candidato presidencial de marcharse a Chicago en estos tiempos electorales parece diseñada para dejar en libertad a Rosario y Andrés Manuel para demostrar lo que pueden hacer en las elecciones del próximo seis de julio. Pero Cuauhtémoc no parece satisfecho con su marginación y de ahí su énfasis en no descartarse de la contienda presidencial del 2006.
Para muchos perredistas, Cuauhtémoc es un personaje de enorme respeto pero que no representa ya una posibilidad de conquistar la Presidencia en el 2006. Él ya ha sido candidato presidencial en tres ocasiones —1988, 1994 y 2000— y su estilo y métodos de campaña se perciben como anticuados. Por mencionar sólo un ejemplo, Cárdenas se niega a maquillarse para las cámaras de televisión. Este prurito lo ha hecho ver innecesariamente viejo y sudoroso en entrevistas y debates en sus campañas y le ha restado sin duda puntos valiosos en el momento de la votación.
Su hijo Lázaro Cárdenas Batel, en contraste, es un hombre moderno que entiende el funcionamiento de los medios electrónicos. Esto ha hecho que se convierta en la esperanza para el 2006 de los grupos que no se sienten identificados con el proyecto de López Obrador. Lázaro tiene además el nombre mágico de su abuelo. La principal objeción que se le hace constantemente es su juventud. Pero Lázaro tiene 39 años. Esto significa que el primero de diciembre del 2006 contaría con 42. ¿Muy joven para ser presidente? Quizá. Pero no podemos olvidar que ésa fue la edad aproximada en que asumieron la presidencia Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari, Miguel Alemán y —sí, por supuesto— Lázaro Cárdenas del Río.
También está vivo, es verdad, Ricardo Monreal, el gobernador de Zacatecas que transparentemente ha expresado su deseo de buscar la candidatura perredista a la Presidencia de la República. Pero sería muy difícil que su esfuerzo fructificara. El control del PRD lo tiene un grupo que le resulta lejano en términos políticos. Pero además muchos perredistas lo siguen viendo como el priista que sólo consideró al PRD como opción en 1998, cuando el entonces presidente Ernesto Zedillo vetó su nominación como candidato del PRI al gobierno de Zacatecas.
Entre muertos y vivos terminará por definirse la candidatura presidencial del PRD. No hay ninguna duda de que, muy a pesar de su certificado de defunción, López Obrador es abrumadoramente favorito. El único que le puede hacer sombra es ese joven gobernador de Michoacán que lleva en el nombre su certificado de legitimidad política y que se declaró “vivísimo, vivito” el fin de semana pasado en Sonora.
Posadas Ocampo
El esfuerzo del cardenal Juan Sandoval Íñiguez para demostrar una conspiración en la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo sigue debilitándose. Ahora uno de sus testigos principales, Ignacio Flores, se ha retractado de su afirmación de que Posadas Ocampo le había dicho que recibió amenazas del gobierno de Carlos Salinas.
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