Reuters
BRUSELAS, BÉLGICA.- Ministros europeos de Relaciones Exteriores mostraron ayer un cauto optimismo al inicio de una semana decisiva que debería concluir con la adopción de la primera constitución para una Unión Europea (UE) ampliada, aunque también podría acabar en parálisis.
Los ministros de los 15 miembros actuales y los diez futuros llegaron a Bruselas para la sesión final de negociación de la constitución, antes de que se encuentren el viernes con sus líderes para tratar de llegar a un acuerdo en el que podría ser un largo fin de semana de regateo.
Consultado sobre cómo valoraba el riesgo de fracaso, el ministro de Relaciones Exteriores danés, Per Stig Moeller, dijo a los periodistas: “No creo que sea grande. Creo que tendremos un tratado el sábado por la noche”.
La ministra polaca para Europa, Danuta Huebner, se hizo eco de este punto de vista. “Aún tenemos esperanza. Aún hay algunos días antes de la cumbre (...) y hay tiempo para hablar”, dijo.
Sin embargo, de nuevo en Varsovia, el primer ministro polaco, Leszek Miller, dijo que el tono cada vez más duro de los países que solicitan la reforma del sistema de votación europeo, liderados por Alemania, podía presagiar una crisis.
“Podemos apreciar algo de enfriamiento. La cuestión es si están sólo es actuado o están endureciendo su postura. Si el caso fuera el último, entonces podríamos dirigirnos a una confrontación y la reunión en Bruselas podría acabar en un fiasco”, dijo Miller a la radio pública desde la cama de hospital, donde se recupera de las heridas sufridas en un accidente de helicóptero la semana pasada.
La nueva constitución está diseñada para asegurar que el bloque pueda funcionar tras su ampliación hacia el este el próximo mayo, cuando contará con una población total de 450 millones y alrededor de un cuarto del Producto Interior Bruto mundial.
Los ministros de Relaciones Exteriores han superado muchas diferencias, pero la disputa clave sobre el poder de voto en el proceso de toma de decisiones de la UE continúa tan difícil como siempre.
El borrador de constitución plantea un sistema de votos más simple que se base en el tamaño de la población, una propuesta que cuenta con la fuerte oposición de España y Polonia.