EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Mujer, mujer divina...

Mussy Urow

Así empieza la canción de Agustín Lara. Ricardo Arjona canta: “Mujeres, ¿qué hubiera escrito Neruda? ¿Qué habría pintado Picasso si no existieran musas como Ustedes?”.

Y en la voz de Alejandro Fernández: “Mujeres, Oh! Mujeres tan divinas, no queda otro camino que adorarlas”. ¡Qué hermosos! Millonésima muestra -actualizada- de lo que hoy se canta a la mujer.

Exaltada en todas las formas del arte, asociada al misterio de la vida y la fertilidad desde los albores de la humanidad; denigrada, humillada, relegada y mancillada por todos los vicios, y sin embargo, temida y adorada. Símbolo, mito, objeto, misterio, vehículo de la vida, un pie en la tierra otro en el aire; con un ojo sueña, con otro vigila. En la hoguera de la poesía, divinizada. La paradoja por excelencia; resulta difícil entender que sea tema central -pero abstracto- de lo más elevado y que en la vida real resulte tan desamparada.

En México ahora somos noticia, porque de que se pone de moda un tema, aunque sea cíclico y recurrente, se pone. Una de las noticias que más favor está recibiendo de la prensa nacional tiene que ver con la reunión que realizaron la semana pasada 21 mujeres muy vivas e importantes en una casa de la Ciudad de México. La otra noticia, aunque ya desgastada y de poquísimo interés para los medios y autoridades es la de Ciudad Juárez, donde se siguen sumando los cadáveres de las muertas.

Las primeras se reúnen con la señora Fox en su cabaña de Los Pinos para preparar un gran evento que conmemorará el hecho de que hace 50 años se otorgó a las mujeres mexicanas el derecho a votar y a ser votadas electoralmente. El objetivo principal parece ser el promover la participación política de las mujeres en la agenda nacional.

De esta propuesta se deriva la idea de que México ya está listo para tener una mujer como presidenta. Aquí caben varias preguntas: ¿Qué es primero: el huevo o la gallina? ¿Está el país listo para tener a una presidenta? ¿Estaba Israel listo en la década de los 70 -con tan solo 22 años de existencia política – cuando fue gobernado por la extraordinaria Golda Meir? ¿Cómo serían las cosas hoy si ella fuera la cabeza del gobierno israelí? ¿Estaban listos la India, Nicaragua y Filipinas cuando fueron gobernados por Indira Gandhi, Violeta Chamorro y Corazón Aquino? ¿Estaba lista Inglaterra cuando fue gobernada por Isabel I, Victoria o Margaret Thatcher?

La cuestión no parece depender de si el país está listo o no ni tampoco de la época; más bien importa de qué mujer estamos hablando. En el caso de México, indudablemente que debe haber, no una, sino varias mujeres con la capacidad y preparación para gobernar al país. Otra pregunta sería: ¿Están las mujeres de México listas para aceptar a una congénere como presidenta? La importancia de esta pregunta radica en el hecho de que la balanza del electorado en nuestro país la inclina el género femenino.

A 50 años de tener el derecho al voto y a ser votadas, las condiciones generales de vida para las mujeres en México no han cambiado favorablemente. Hay más mujeres que estudian, es cierto; hay más profesionistas en áreas que antes eran territorio masculino; pero en estos últimos 50 años hay también más mujeres que sostienen la economía familiar trabajando fuera del hogar y su trabajo no termina cuando regresan a la casa. En número cada vez mayor el único jefe de la casa es una mujer. Y la seguridad de su trabajo no depende de su capacidad o preparación, sino de que no esté en edad reproductiva. Hasta ahora, el hecho de tener igualdad en la condición de ciudadanas no le ha dado a la mujer igualdad en las prestaciones de trabajo.

¿Qué propuestas tendría una candidata a la presidencia de la república? ¿Qué argumentos emplearía para convencer al electorado? ¿Cuáles serían las características deseadas en una candidata? Son demasiadas preguntas y requieren una reflexión seria y profunda.

Ante la alternativa de una mujer o un hombre, la decisión no tendría bases comparables ya que en México sólo hemos tenido la experiencia masculina. En otros países, la estadística no sigue un patrón regular. En el continente americano, solamente Argentina, Nicaragua y Panamá han tenido presidentas. En Estados Unidos hubo hace algunos años una candidata que no prosperó. En Europa, ningún país de origen latino ha tenido una jefa de gobierno. Inglaterra es el único que en diferentes épocas ha estado bajo el mando de una mujer. Algunos países nórdicos han tenido primeras ministras. Nada en China; (tal vez se me escapa alguna emperatriz); en Rusia, desde Catalina la Grande, nada, ni en Japón y mucho menos en África.

El porcentaje mundial de mujeres en política, en comparación al hombre, es muy reducido. Sin embargo, en el resultado de su actuación, el porcentaje negativo es también muy pequeño. De las pocas que lo han logrado, en su mayoría lo han hecho bien.

¿De qué depende que en México tuviéramos a una mujer como presidenta? Obviamente de muchísimas cosas, pero al final de la lista podría decirse que de las mismas mujeres. Y antes de que se diera esa posibilidad, tendríamos que ocuparnos primero de solidarizarnos verdadera y realmente, empezando con que se hiciera justicia con las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.

Me pregunto si en la agenda del evento que preparan para celebrar el voto femenino en México se contempla alguna propuesta al respecto, o si seguiremos siendo tema para el arte.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 55432

elsiglo.mx