Somos más violentos en la actualidad porque no amamos lo suficiente. Hemos perdido muchos de los valores que hacían la vida más significativa y estable para nuestros ancestros, a la vez que nos hemos desposeído de generosidad y virtud. Ya no nos preocupamos lo suficiente por los demás, incluso las personas que amamos. Nos preocupamos por nosotros mismos excesivamente. Queremos demasiado; somos codiciosos y ambiciosos. Colectivamente, nos hemos vuelto sociedades de narcisistas. Y el hombre narcisista por naturaleza tiende a ser más violento. Siempre trata de tener y de sacar más, incluso más de lo que merece y a lo que tiene derecho. Usa todo su poder para manipular a los demás y no se dirige por un sentimiento de justicia. Él piensa que tiene derecho a todo lo que pueda conseguir, muchas veces sin importar los medios. Él es el asesino de los valores de nuestra sociedad, y por ende, de nuestra decadencia. La violencia no puede atacarse por fuera; solamente por dentro de nosotros mismos.