Reuters
RAMADI, IRAQ.- Al menos siete reclutas de una nueva fuerza de policía iraquí respaldada por Estados Unidos murieron ayer y decenas resultaron heridos por una explosión registrada frente a una comisaría en una localidad al oeste de Bagdad, dijeron policías y residentes.
Los testigos dijeron que el aparente ataque se produjo mientras unos 80 reclutas se entrenaban en una calle principal de Ramadi, 100 kilómetros al oeste de la capital. Algunos dijeron que la explosión se debió a una bomba colocada al borde de la carretera, mientras que otros hablaron de una granada.
“Marchábamos en fila como parte de nuestro entrenamiento, cuando estalló una bomba al borde de la carretera”, dijo Ahmad Hammad, un recluta herido. “Hay siete muertos y 74 heridos”. Un oficial de la policía de alto rango, dio el mismo balance de víctimas.
El ataque se produjo un día después de que la cadena árabe de televisión Al Jazeera, difundiera el viernes una cinta de audio con un mensaje de un hombre que dijo ser Saddam Hussein, en la que el derrocado líder declaró que estaba vivo -en Iraq-, y llamó a la resistencia ante las tropas estadounidenses.
Charcos de sangre en la calle y sobre el pavimento eran visibles en Ramadi horas después del ataque perpetrado el sábado en la mañana. También aparecían esparcidos por la calle zapatos destrozados.
La oficina central de prensa del ejército estadounidense en Bagdad dijo que aún no había recibido informaciones sobre el incidente.
En la grabación difundida por Al Jazeera, Hussein pidió a los iraquíes que ayuden a proteger a los combatientes que resisten a las tropas estadounidenses y que no ayuden a los “infieles ocupantes”.
La grabación fue difundida el cuatro de julio, Día de la Independencia de Estados Unidos, y 24 horas después del ofrecimiento del gobierno de Washington, que ofreció 25 millones de dólares por información que lleve a la captura de Hussein o por evidencia de que haya muerto, y una recompensa similar por información sobre sus hijos Uday y Qusay.
Veintiséis soldados estadounidenses y seis británicos han muerto desde que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.