AP
QAFFIN, Cisjordania.- Detrás del alambre de púas y dentro de una zanja, un soldador va construyendo una barrera que un día será tres veces más larga que el Muro de Berlín.
Israel espera que la muralla y las órdenes de disparar contra quien trate de cruzarla mantendrán alejados a los atacantes suicidas. Pero los palestinos denuncian que el muro, que en lugares penetra Cisjordania, les quitará tierras y demorará un pacto de paz que fijaría las fronteras de un estado palestino.
“No se trata de seguridad; es una apropiación de tierras”, dijo Michael Tarazi, un asesor legal de la OLP. “Están tomando recursos hidráulicos y agrícolas primordiales y dividiendo centros de población palestinos”. Los palestinos quieren todas las áreas capturadas por Israel en la guerra de 1967 -Cisjordania, la Franja de Gaza y el este de Jerusalén -para un futuro Estado.
El primer ministro israelí Ariel Sharon dice que no está dispuesto a dar toda Cisjordania. Ha respondido con evasivas sobre si desmantelará alguno de los 150 asentamientos judíos diseminados en ese territorio.
Sharon se resistía al principio a la idea de una barrera. Aunque la muralla penetra en Cisjordania e incluye algunos asentamientos judíos, inevitablemente muchos quedarán en el lado “equivocado”. Para Sharon, líder poco dado a ceder, la concesión implícita de tierra en el lado “palestino” es difícil, tanto ideológica como políticamente.
Pero Sharon cedió ante la presión pública porque la muralla es considerada en Israel como la única forma de impedir el paso de terroristas suicidas. Desde septiembre del 2000, decenas de atacantes suicidas han cruzado a pie o en automóvil la línea imaginaria entre Israel y Cisjordania.
El gobierno insiste en que la muralla responde a los temores de seguridad y que no se convertirá en frontera final entre Israel y una futura Palestina.