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Muy lejos del sueño | Juan viajó a los Estados Unidos buscando una mejor vida

Un accidente lo tiene postrado en una cama

TORREÓN, COAH.- Como muchos mexicanos, en su adolescencia, Juan Domínguez Mendoza emigró a Estados Unidos en busca del “sueño americano”. Un mal día el sueño lo venció y se convirtió en pesadilla. En julio del año pasado en la ciudad de Vail, Colorado, Juan sufrió un accidente automovilístico, las lesiones sufridas ese día lo obligan a pasar el resto de sus días postrado en una cama.

Durante los últimos años Juan vivió en varias ciudades norteamericanas, en ocasiones tenía dos trabajos, para él, originario de Nazas, Durango, todo ese esfuerzo valía la pena porque en ese municipio sus tres hijos y sus padres dependían del dinero que él les enviaba.

La ciudad de Santana, California, es muy importante en la vida de Juan, ahí vivió durante nueve años, de 1989 a 1998, ahí nacieron sus tres hijos, Juan de 12, Daisy de diez y Braian de nueve, todo marchaba muy bien para el inmigrante.

En 1999 su vida dio un giro, él y su esposa deciden regresar a México y escogen Ciudad Juárez, Chihuahua, como su nuevo hogar, a los pocos meses los problemas surgieron y el matrimonio decidió separarse.

Acompañado por su primo Beto Domínguez Estrada, Juan volvió a viajar como ilegal a Estados Unidos, durante unos meses vivió con su familiar en la capital norteamericana, Washington, D.C., mientras tanto en México su esposa decidió viajar a Nazas, Durango, para dejar a sus hijos con los padres de su esposo y ella buscó nuevos horizontes.

En ese mismo año el inmigrante decidió buscar suerte en Vail, Colorado, sus amigos le platicaron que en esa ciudad había mucho trabajo y a los pocos días ya estaba instalado en esta ciudad con otro inmigrante originario de Chihuahua.

Juan tenía dos empleos para mantener a sus tres hijos que seguían viviendo en casa de sus padres en el municipio de Nazas, combinaba su oficio de cocinero en un restaurante con el trabajo en un rancho.

En julio de 2002 la vida de la familia Domínguez cambió para siempre, los directivos del Hospital General de Denver, Colorado, se comunicaron vía telefónica con don Andrés, padre de Juan, era urgente que viajara a Estados Unidos porque su hijo había sufrido un accidente automovilístico y se requería su autorización para operarlo de emergencia.

A los pocos días don Andrés ya estaba en aquella ciudad, el gobierno norteamericano le había otorgado un pase humanitario para que estuviera al lado de su hijo en esos difíciles momentos.

Tres cirugías fueron las que soportó Juan para seguir viviendo, el día del accidente los médicos le diagnosticaron traumatismo de cráneo, fractura en la columna y diversas lesiones que ponían en riesgo su vida.

Las autoridades le informaron a don Andrés que su hijo se accidentó el 28 de julio, cuando conducía su vehículo el sueño lo venció y se estrelló contra un poste, con el fuerte impacto el auto se elevó, la puerta del conductor se abrió, el cuerpo de Juan salió expulsado de la unidad, lamentablemente la camioneta le cayó encima y lo dejó gravemente herido.

Por ser indocumentado Juan no contaba con servicio médico, por humanidad los directivos del hospital consiguieron apoyos económicos para seguir atendiendo al inmigrante, durante un año y dos meses don Andrés no se separó de su hijo mayor, se dedicó exclusivamente a él y prácticamente se tituló como enfermero.

Las lesiones dejaron a Juan en estado vegetal. “No se vale por sí mismo, no camina, no come, no habla, en su cuerpo tiene dos sondas, una para comer y otra para orinar, utiliza pañal desechable”, dice don Andrés.

El día de ayer la familia Domínguez viajó a Torreón para ver regresar a su hijo mayor; hermanos, tíos y sobrinos esperaban a Juan en el Hospital General de Torreón.

Aproximadamente a las 14:00 horas al Aeropuerto Internacional Francisco Sarabia llegó un jet privado; una moderna ambulancia área estadounidense pisó suelo mexicano, don Andrés y Juan regresaron a México escoltados por un piloto, médico y enfermera.

En la central área los esperaban dos ambulancias del Hospital General para trasladarlos de inmediato a sus instalaciones, los médicos subieron a Juan a una de las ambulancias mientras don Andrés y Luis Gerardo del Moral Rossete firmaban los documentos del traslado.

A los pocos minutos Juan estaba en una habitación de este nosocomio, reunido con sus familiares, “mírame hijo, mírame”, decía desesperada doña Rufina, madre del inmigrante que viajó a Estados Unidos buscando mejorar su nivel de vida y regresó postrado en una camilla de hospital. A partir de hoy los días de Juan estarán marcados por los reencuentros, sus hijos lo esperan en Nazas, Durango, ellos no viajaron a Torreón.

Don Andrés regresó a su país con su hijo enfermo, pero con la esperanza de salir adelante, cuenta que en esta mala experiencia conoció a mucha gente que lo ayudó incondicionalmente, las enfermeras, los doctores y sus compatriotas.

“Los paisanos que vivían en Denver me iban a visitar al hospital y me daban dinero para que le mandara a mi familia, por eso agradezco a los “paisa” de allá que me dieron dinero y me apoyaron, cuando me vine todavía se cooperaron y me dieron algo más”, dice don Andrés, quien de ahora en adelante tendrá que transmitir a toda su familia los conocimientos que adquirió para atender a su hijo.

Durante el último año y dos meses don Andrés vivió para su hijo y recibió el apoyo de muchos inmigrantes que viven en Denver y de los propios médicos.

“A las 10:15 de la mañana salimos del hospital y las 11 del aeropuerto, sentí muy bonito que los doctores nos fueron a despedir, sentí mucho apoyo y le doy las gracias a esa gente”, dice don Andrés con una gran sonrisa dibujada en su rostro, reflejando en su mirada la ilusión de que su hijo pueda recuperarse.

“En estos casos lo que saca adelante a los pacientes es la familia, porque requieren de muchos cuidados y eso obliga mucha atención”, comenta Del Moral Rossete.

A los pocos minutos don Andrés y el director del Hospital General acuerdan que en los próximos días decidirán lo más conveniente para la salud de Juan. Don Andrés camina por los pasillos y se reúne con su hijo que está rodeado de su familia en la habitación que le asignaron.

La familia dice que buscará el apoyo del Gobierno del Estado de Durango y de las organizaciones que deseen ayudarlos con los gastos de manutención de Juan, los pañales y los alimentos son costosos, el director del Hospital General anuncia que también buscará a personas que deseen ayudar a la familia Domínguez.

Ayer 12 de septiembre los familiares reunidos abrazan y hablan con Juan, desesperados tratan de obtener una respuesta, él solamente los observa fijamente y con mucho esfuerzo mueve su mano derecha para saludarlos.

Durante su recuperación don Andrés y los doctores le enseñaron a mover su mano para agradecer a toda la gente que lo apoya en esta difícil situación que está viviendo. Juan vive ahora una realidad que está muy distante del “sueño americano” que perseguía cuando abandonó su tierra natal.

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