Si se atiende a la composición de la Cámara de Diputados, cuya integración fue el objetivo de las elecciones federales de hace una semana, el partido verdaderamente triunfador fue Convergencia, fundado como Convergencia por la Democracia por el ex gobernador priísta de Veracruz Dante Delgado. El PRI tendrá una docena o poco más de curules que actualmente, pero anda muy lejos de su etapa de partido dominante y aun del momento en que la perdió, en que alcanzó 239 votos. Acción Nacional se derrumbó en cuanto a número de curules, con medio centenar por debajo de las que ganó en el dos mil. El PRD crecerá muchísimo respecto a su actual situación, pero con sus noventa y tantos diputados está lejos de los 125 que es su récord (alcanzado en 1997). El Partido Verde mantendrá los mismo 17 diputados que ganó hace tres años. El del Trabajo contaba con ocho y quedará con seis.
En cambio, Convergencia pasará de uno a cinco, la mayor multiplicación de curules resultante de la elección del seis de julio, que le significó además la preservación de su registro. Fue, rigurosamente hablando, el único en lograrlo, porque los demás se habían mantenido en su lugar desde hace ya varias elecciones. Y nadie ría por la parvedad de ese grupo parlamentario (otro logro de Convergencia, pues no alcanzaba a formar una fracción), pues puede convertirse en el partido bisagra, el fiel de la balanza, el que decida en ciertas condiciones el destino de la próxima legislatura.
Dante Delgado fue priísta hasta 1996, cuando decidió integrarse a la oposición, audacia que el sistema autoritario no perdonó, y lo mandó a la cárcel, después de haberlo conducido a cargos administrativos, políticos y diplomáticos de alto relieve. Cercano a Fernando Gutiérrez Barrios, lo sustituyó en el gobierno de Veracruz al final de 1988, cuando su jefe fue nombrado secretario de Gobernación. Todavía fue más tarde embajador en Italia y tuvo responsabilidades en la elección de Zedillo y en los primeros pasos de su gobierno, como Procurador Agrario. Pero pronto la suerte le fue adversa: el gobierno salinista de Patricio Chirinos, su sucesor en Jalapa, lo acusó y condujo a prisión, desde donde desarrolló su proyecto de Convergencia por la democracia.
Aliado circunstancialmente al PRD y apoyado por militantes de ese partido, fue primero agrupación política y luego partido, registrado en 1999. Fue el grupo aspirante que mayor número de miembros acreditó: 164, 031, más del doble del que, por ejemplo, presentó Democracia Social. A diferencia de éste, que resolvió ir solo a su elección inaugural, Convergencia por la Democracia formó parte de la Alianza por México, coalición con el PRD que le aseguró su registro, así como tres diputaciones y una senaduría. Esta fue ocupada inicialmente por Armando Méndez de la Luz y luego por su suplente Guillermo Herrera, ambos veracruzanos. De estrecha proximidad con el líder del partido, y vicepresidentes del mismo.
El breve núcleo en San Lázaro se achicó desde el principio, pues la diputada Rosalinda López Hernández se integró desde luego a la bancada perredista, y lo mismo hizo tiempo después Enrique Herrera Bruquetas, personaje de la comunicación gubernamental al lado de Echeverría y cercano también a Gutiérrez Barrios, su coordinador de asesores cuando fue secretario de Gobernación. Sólo quedó miembro de Convergencia José Manuel del Río Virgen, veracruzano también y que se multiplicaba en su soledad.
En los años recientes Delgado privilegió la celebración de alianzas sectoriales y regionales que dieron fuerza a su partido y le permitieron ganar posiciones de representación y de gobierno. Consiguió dos curules en el estado de México, el 9 de marzo pasado, con el 2.9 por ciento de la votación. Antes había ganado las capitales de Veracruz y Oaxaca. En este último caso, los políticos antagonizados con José Murat, y cercanos a ex gobernadores como Pedro Vázquez Colmenares y Diódoro Carrasco se enlistaron en Convergencia.
El más conspicuo de ellos es Jesús Martínez Álvarez, que interinamente reemplazó a Vázquez Colmenares en la gubernatura y luego desempeñó cargos en el segundo nivel de la administración capitalina, con Manuel Camacho. Como secretario general de Convergencia, ocupó el lugar número uno en la lista de candidatos plurinominales (tercera circunscripción) por lo que es predecible que asuma la coordinación del grupo parlamentario, aunque su experiencia legislativa se reduce a una diputación local. Fue en cambio ya miembro de la legislatura federal Jaime Miguel Moreno Garavilla, que salió del PRI y organizó con abogados protagónicos una agrupación política nacional. Formarán parte también del grupo en San Lázaro, Luis Maldonado Venegas, muy cercano a Esteban Moctezuma, con quien fue director de gobierno en Gobernación (1995) y subsecretario en la Sedesol (hasta 1999) y aun en el PRI de la campaña de Labastida, como subsecretario general; Sonia Magaly Achach Solís, alcaldesa priísta que fue de Cancún (es decir el municipio de Benito Juárez) y Juan Fernando Perdomo Bueno, ex secretario de desarrollo económico de Veracruz..
Convergencia aspirará a convertirse en el eje de una coalición de fuerzas capaz de ser una cuarta tendencia electoral, en el mismo nivel que los tres partidos mayores. Por lo pronto lo hará sin ideas, sólo con la invocación al color que sus diseñadores gráficos le aconsejaron como favorable (el ¡naranja!, ¡naranja! que sintetizaba su propuesta).