POR JAVIER PRIMITIVO GONZÁLEZ MURUATO
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- ?¡Anaya, se esconde... se esconde y no responde. Anaya, se esconde... se esconde y no responde¡?, gritaban al unísono los más de 100 perredistas que arribaron a la presidencia municipal. ¡Ni m..., yo no me escondo?, dijo el alcalde Guillermo Anaya en tono molesto y retador ante el escándalo armado por los perredistas... y dio la cara.
Eran aproximadamente las 11:00 horas. El Presidente Municipal se encontraba en la Sala de Cabildos con madres de familia de colonias aledañas a Peñoles dialogando sobre la problemática de los niños afectados por plomo, cuando comenzó a escucharse el escándalo.
Luego de lanzar consignas contra las autoridades en la explanada de la presidencia municipal, los perredistas, encabezados por el presidente del Comité Municipal de ese partido, José Luis Montañez, Abundio Ramírez y otros, se introdujeron en tropel hacia el edificio y siguieron con los gritos.
Al término de la reunión, el Edil fue abordado por los reporteros en un pasillo y al ser visto por los militantes del PRD, arreciaron los gritos de ?Anaya, se esconde...?
Cuando finalizó la entrevista, el Presidente Municipal se encaminó directamente hacia los manifestan-tes y en unos instantes quedó rodeado de hombres y mujeres que seguían gritando, en tanto el Alcalde hablaba con Abundio Ramírez.
El dirigente perredista, casi a gritos porque no se escuchaba dentro del escándalo, dijo que iban por la respuesta a sus planteamientos hechos con anterioridad al secretario del Ayuntamiento, Alfonso Tafoya, pero Anaya Llamas, un tanto molesto, dijo no estar enterado, lo que fue aprovechado por el perredista para resaltar la falta de comunicación entre el Cabildo.
Como los gritos contra el Alcalde seguían, Anaya también alzó la voz y les contestó que no se escondía, aunque no fue escuchado por la mayoría.
Finalmente, luego de unos siete minutos de alegatos, se determinó que una comisión de cinco personas se entrevistaría con el Edil, quien mostró fastidio ante tanto reclamo mientras se introducía a sus oficinas.