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Niñes Sana / Testículos no descendidos

Este término se refiere a la ausencia contínua y espontánea de uno o ambos testículos en la bolsa escrotal, que por lo general es detectada por los familiares, el propio paciente o por el médico durante su exploración física. A esta anomalía también se le conoce con el nombre de criptorquidia, palabra que proviene del griego criptos = oculto y orchidos = testículo.

Durante el desarrollo embriológico del varón los testículos normalmente se encuentran en una posición intraabdominal y conforme avanza la gestación van descendiendo hasta su posición normal escrotal, no existiendo hasta la fecha una comprobación absoluta de cuáles son los factores que influyen en este descenso testicular, aún cuando algunos estudios parecen indicar que para llevarse a cabo, se necesitan cantidades adecuadas de hormonas masculinas, las cuales alcanzan sus concentraciones más altas en la circulación materna alrededor de la semana 28 del embarazo y por lo tanto parecería que la falta de descenso quizás se relacione con cantidades inadecuadas de estas hormonas o una falla en la respuesta del testículo al estímulo hormonal.

Tomando en cuenta su localización inicial prenatal, la detención de su descenso en algún sitio de su ruta normal lo puede ubicar intraabdominal o más frecuentemente en el conducto inguinal. Un punto muy importante es la necesidad absoluta de diferenciar entre un testículo denominado como retráctil y uno verdaderamente no descendido, para lo cual se necesita llevar a cabo una exploración en forma adecuada, ya que si el testículo se logra movilizar y descender mediante maniobras desde una posición inguinal hasta el escroto, aún cuando exista cierto grado de retracción al liberarlo, podemos concluir que se trata de un testículo retráctil y se puede anticipar que adquirirá su posición escrotal normal cuando aumenten sus concentraciones hormonales masculinas propias de su desarrollo, no estando por lo tanto indicado el tratamiento quirúrgico de estos casos.

Cabe hacer una mención especial para aquellos niños en que no es posible palpar el testículo, ni en escroto ni en el canal inguinal, existiendo algunos métodos diagnósticos como el ultrasonido que nos puede ayudar en su estudio o como ya lo comentamos en un artículo previo, mediante la cirugía endoscópica.

También es importante comentar que cuando esto último se presenta en forma bilateral es necesario un estudio más profundo por la posibilidad de anomalías intersexuales en el paciente.

La incidencia de esta patología en el recién nacido de término es del 3.4 por ciento, siendo ocho veces más frecuente en los niños prematuros. Se presenta en un 50 por ciento del lado derecho, 25 por ciento en el izquierdo y 25 por ciento bilateralmente.

El tratamiento incluye dos modalidades, el hormonal y el quirúrgico. En cuanto al primero de ellos, existe mucha controversia en relación a su efectividad, con resultados exitosos muy variables, con cifras que oscilan entre un 20 al 30 por ciento y con un elevado porcentaje de recaídas al suspender el tratamiento, por lo que se sugiere no se utilice en forma sistemática.

En relación con el manejo quirúrgico conocido como orquidopexia, se considera el tratamiento de elección ya que evita los efectos indeseables de la terapia hormonal, considerando tradicionalmente al año como la edad óptima para llevarla a cabo, aún cuando actualmente algunos estudios recomiendan el procedimiento entre los seis meses y el año de edad, debiendo ser realizado por personal médico con experiencia en cirugía infantil.

Los principales objetivos del tratamiento son:

1.- Disminuir los cambios negativos que afecten la fertilidad. La decisión en cuanto al momento óptimo para la corrección se basa principalmente en esta consideración, ya que se considera que el testículo no descendido esta sujeto a temperaturas más altas en comparación con el testículo en posición escrotal normal, lo cual afecta en forma progresiva su desarrollo por daño estructural que se ha demostrado inicia desde los primeros meses de vida.

Estudios recientes reportan una incidencia de paternidad en el 75 por ciento de los pacientes con patología unilateral y de solo cerca del 50 por ciento en las forma bilaterales, no existiendo una sola causa responsable de esta disminución de la fertilidad, pero es probable que se deba a una disminución en el número y maduración de las células germinales y a una elevada frecuencia de anomalías anatómicas de la vía espermática del testículo criptorquídico.

2.- Disminuir el riesgo de tumoraciones malignas testiculares. Los testículos no descendidos tienen aproximadamente ocho a diez veces más probabilidades de desarrollar un tumor testicular que la población general, pero hay que hacer notar que actualmente no hay evidencia que el tratamiento quirúrgico modifique este riesgo, sino que simplemente permite la detección más temprana, si se presenta y más desalentador es aún observar que en ocasiones el tumor puede presentarse en el testículo contra lateral normal , lo que sugiere cierto grado de anomalías testiculares bilaterales aún en caso de criptorquidia unilateral.

3.- Evitar la posibilidad de daño por traumatismos o torsión, ya que los testículos en su posición escrotal normal tienen menor riesgo de lesionarse principalmente debido a su movilidad y mediante la fijación escrotal quirúrgica se elimina la posibilidad de torsión y daño por falta de irrigación sanguínea.

4.- Consideraciones estéticas y psicológicas que pueden presentarse desde la edad escolar al notar diferencias anatómicas con el resto de sus compañeros.

Finalmente es importante insistir en la autoexploración frecuente del paciente con antecedente de criptorquidia y una vigilancia periódica anual mediante examen con ultrasonido para detectar tempranamente cualquier indicio de anormalidad testicular.

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